El corregimiento de Zapatosa, Cesar cuenta con tres afluentes hídricas: La ciénaga que lleva su nombre, la cual es la primera en agua dulce y la segunda más grande del país. De este complejo cenagoso se sacaba la mayoría de pescados que eran comercializados a las distintas ciudades de Colombia.  Le siguen sus dos quebradas, las cuales reciben el nombre de la quebrada de “las mujeres y la de “los hombres”, respectivamente.

Estos dos afluentes desaparecieron en su totalidad. Se secaron por culpa de manos asesinas que indiscriminadamente talaron los árboles que crecieron a sus alrededores, excavaron los suelos para desviar el cauce de sus aguas, para bañar los cultivos de palmas que fueron sembrados en las fincas cercanas a las quebradas.

Los zapatoseros están indignados por esta masacre, de la cual se lamentan y le hacen una invitación al alcalde del municipio de Tamalameque, Cesar, al gobernador, a corpocesar y al presidente de la Republica, Iván Duque, para que recuperen con prontitud estas quebradas, las cuales al igual que el complejo cenagoso son vitales e insignias de esta población.

El espejo de agua dulce así como van las cosas puede correr la misma suerte que las quebradas. Sus aguas están contaminadas por culpa de las aguas negras de las alcantarillas del pueblo, que vierten esas aguas a la ciénaga.

Los criminales ambientales se preocuparon por enriquecer sus bolsillos, olvidando el empobrecimiento de la fauna y la flora. ¡No hay derecho!

Hace más de 20 años atrás, las quebradas de “los hombres y de las mujeres” eran visitadas a diario, los fines de semanas y fines de años por turistas de la región y propios, quienes llegaban a pasar una tarde o un día a disfrutar de un  buen sancocho  y de un baño en sus frescas y profundas aguas, otros se daban clavados desde el puente de madera que comunicaba a la vereda de Santa Rosa con el corregimiento de Zapatosa, el cual atravesada la quebrada de “los hombres.

Las señoras llegaban a lavar sus ropas en compañía de sus nietos e hijos. Estas son las famosas “lavanderas”, quienes con tristeza y nostalgia miran en lo que se ha convertido actualmente estas quebradas.

No puedo terminar esta nota sin mencionar a las pocas personas que tenían carros en Zapatosa. Ellos iban con sus hijos y con los amigos de sus hijos a estas afluentes a lavar sus vehículos. Luego se quedaban ahí bañándose.

Por:

Iván Meneses

Periodista.

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