Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza*
Importa e importará siempre, aportar conocimiento y movilizar energías para invertir en la juventud bajo una perspectiva de derechos e igualdad de derechos, que gran parte de la juventud ha visto aplazados por falta de acceso a educación de calidad, de desprotección frente a riesgos propios de esta etapa del ciclo de vida, de discriminación y estigmatización, lo que la ha llevado a surcar aguas donde los derechos se reparten entre la infancia y la plena ciudadanía adulta, quedando muchas veces en tierra de nadie la juventud, casi siempre poco oída, poco atendida y con poco espacio para su desarrollo; olvidándose por completo que de ella dependeremos todos, especialmente infantes y ciudadanía adulta.
He dicho muchas veces en distintos escenarios y escrito en varios medios de difusión, que gran parte de la juventud se ve atrapada en una serie de singularidades, tales como contar en algunos casos con mayores recursos educacionales y de comunicación que las generaciones anteriores pero con menos acceso al empleo; más acceso a información pero menos acceso a toma de decisiones; más expectativas de autonomía pero menos opciones para materializarla; más aptos para liderar cambios estratégicos del mundo productivo y político pero más estigmatizados por los discursos dominantes.
Requerimos de manera importante y urgente un nuevo rumbo de los derechos para enfrentar dichas tensiones con racionalidad comunicativa, sentido de justicia y políticas que pongan en relación los derechos postergados con las prestaciones que es necesario crear y robustecer para la juventud, para que se puedan movilizar a su favor los distintos estamentos para el diseño de políticas y deliberación política en aras de mayor y mejor inversión en las jóvenes generaciones; para ello, proveernos debemos de diagnósticos actualizados en materia demográfica, social y tocar esferas diversas, tales como migración, pobreza, empleo y trabajo juvenil.
En este derrotero, especial importancia debe prestarse a la educación y el empleo, aspectos que marcan las opciones de la juventud a lo largo de todo el ciclo de vida y sus posibilidades de emancipación y autonomía. Ocuparnos de las dimensiones políticas e institucionales. Evaluar los avances en materia de institucionalidad pública, juventud y participación juvenil en la política; para que ello posible sea, no basta con el reconocimiento formal otorgado por los Estados a los derechos civiles, políticos, sociales y económicos, puesto que tal reconocimiento es condición indispensable para avanzar en la dirección correcta.
Indispensable en este itinerario es también, garantizar las condiciones que necesarias sean para el desarrollo de las capacidades y oportunidades de los jóvenes y hacerlas evidentes en servicios sociales para la promoción juvenil, en programas de capacitación e intermediación en el empleo, en mecanismos adaptados para la atención a los problemas de salud propios de la juventud y de participación política que respondan a las nuevas formas en que el actor juvenil se organiza colectivamente para plantear sus demandas y las demás otras relegadas de toda la sociedad.
Deuda con la juventud es el acceso a la educación, especialmente en los niveles superiores, donde se vuelve segmentado y estratificado en función de los ingresos y otros aspectos de suyo discriminatorios (etnicidad, procedencia, residencia). Igualmente, los mercados laborales y las políticas estatales para su regulación no garantizan el derecho a un trabajo decente. Los jóvenes están más expuestos al desempleo, muestran mayores dificultades para incorporarse al mercado de trabajo y están más desprotegidos en sus ocupaciones.
En suma, obligados estamos a asignarle verdadera importancia a la juventud para su desarrollo, debiéndose reforzar la inversión en juventud y reconocer a los jóvenes como actores estratégicos del desarrollo, potenciando su protagonismo en los procesos de toma de decisión e incrementando el diálogo intercultural entre ellos. Procurar su inclusión como un grupo de atención dentro de las políticas de combate a la pobreza y fortalecimiento del empleo, elaborando recomendaciones concretas respecto de su monitoreo y financiamiento. Sus Perspectivas un desarrollo integral. Propiciarle los espacios y capacidades para que pueda ejercer su autonomía, desempeñarse en la ciudadanía activa, actualizar sus derechos y potencialidades, y comprometerse con el porvenir de sus sociedades, ya que cabe a ella construir sus identidades y hacer de ellas la materia prima para sus proyectos colectivos que deben entrar en el escenario de la política y enriquecer las visiones de porvenir de la sociedad toda.
*Rubén Darío Ceballos Mendoza. rubenceballos56@gmail.com – Jurista
TEMA ENLAZADO. MANIFIESTO POR LA JUVENTUD (I)