Por: José Guillermo Claros Penna*

Bueno es preguntarse hoy por qué muchos jóvenes, la mayoría, se muestran apáticos frente a la actividad y acción política, lo que determina que debe buscarse la forma y manera, sobre la base que son el porvenir, respecto de motivarlos para que participen, en la afirmación que no deben quedar atrás de las decisiones todas que tengan que ver con la cosa pública, que, de no darse, funesto será para el mañana del ser, hacer y quehacer democrático.

Si bien es entendible que los jóvenes se sientan decepcionados por la forma como se manejan muchas cosas, las más, en nuestra política, donde en casi todas las ocasiones es una lucha absurda de un grupo de poder frente a otro, mucho más lo es que los jóvenes no quieran hacerlo debido a que no se sienten representados ni motivados para salir a actuar en política y mucho para ser el fiel de la balanza que deberían ser.

Los jóvenes entre nosotros representan un número importante de nuestro universo poblacional. No cabe duda de que son el futuro y por lo tanto deber ser su responsabilidad y compromiso involucrarse más, dada la importancia que les cabe de incidir en los asuntos del Estado, así como en muchos otros aspectos que ver tienen con todo lo atinente al país político y nacional, en la verdad que todos tenemos el compromiso frente a la sociedad y ante nosotros mismos de no dejar que decidan por nosotros, sino decidir por nosotros mismos, vale decir que estamos obligación a no dejar en manos de otros nuestro destino y de lo que queremos como país.

Sirva esta columna para invitar a los jóvenes a reflexionar, a cuestionar, hacerlos que se convenzan desde el argumento que son más que esenciales sus aportes y acciones en contexto democrático, que dicho sea de paso, es la democracia como sistema lo mejor de los mejor, hasta que se demuestre lo contrario.

Igualmente, hacerles ver que tienen los conocimientos, la experiencia y que pueden aportar algo a sus vidas, de lo contrario, no será un el nuestro un futuro exitoso. Ya no funciona aquello de que yo soy la autoridad y aquí yo mando, sino que se vence convenciendo, que la mejor palabra es el ejemplo y que no debe ambicionarse más que el solo derecho de cumplir con nuestro deber como ciudadanos; y, el político, gobernar con honestidad, valores y siempre pensando en el gobernado. Como esto en la mayoría de los casos no sucede, el joven se decepciona al no encontrar una oferta a la altura de sus expectativas.

Los políticos, léase bien, ojalá dejen de pelear entre ellos, sean menos descarados en sus ambiciones de poder y puedan convencer con hechos, que participar es la mejor opción para los jóvenes que ya están hartos de discursos vacíos y de políticos que no les motivan a participar, por lo que deberán ponerse siempre a su altura para atraerlos, convencerlos que son congruentes en lo que dicen y han hecho durante su carrera política; y, aunque representen a un grupo de poder, ellos son la mejor opción para que millones de jóvenes tengan más y mejores oportunidades.

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