Por: Lourdes Margarita Guerrero Pavajeau*
En los últimos días, los colombianos hemos sido espectadores de una “venganza pasional”, publicada por la Revista Semana, medio que se ha convertido en “caza escándalo”, como consecuencia de que la señora Day Vásquez fue echada de la cama del señor Nicolás Petro, hijo de nuestro Presidente Gustavo.
Independientemente de las conductas punibles a que haya lugar, las que serán investigadas y sancionadas por las autoridades competentes, en igualdad de condiciones para él, para ella, porque se realizaron, en concierto, por los dos, quiero analizar acá, la reacción de muchísimas personas y medios de comunicación, buscando culpables de la educación del hijo, queriendo lavarse las manos unos con otros, cuando el espectro educativo incluye más de un actor. En este punto, aludo al “imperativo categórico” Kantiano, donde Inmanuel Kant, expone que la razón dirige las acciones humanas, infortunadamente, estos humanos somos forjadores de paradigmas, para eludir responsabilidades.
Para la educación de cada ser, la misma naturaleza nos entrega unas normas inmutables, como que el aprendizaje va de “mayores” a “menores” y así vemos que los padres pertenecemos a generación diferente a los hijos, en los centros educativos infantiles y adolescentes, los profesores son mayores que los estudiantes, los gobernantes, son adultos y, queramos aceptarlo o no, esta ley se cumple teniendo la educación de toda persona muchos intervinientes. Para no ser muy extensa, solo expondré tres.
La familia, la escuela y la sociedad. La primera, la familia no siempre se tiene, a algunos niños se les mueren los padres al nacer o a muy temprana edad, no siendo esto óbice para no recibir aprendizaje, siempre un adulto tendrá que asumir este rol. La segunda, normalmente imparte conocimiento intelectual y la tercera las experiencias de vida. En esta triologia, enlazadas entre si, no hay uniformidad normativa. La escuela llega a su fin por deserción o por terminación de estudios, los jóvenes se gradúan y se van, se acabó la educación escolar. En cuanto a la familia, la sociedad, en cabeza de los gobernantes, se inventaron el “imperativo categórico” de que se acaba a los 18 años. A esta edad, adiós familia, todas las personas dejan de ser hijos de casa para adentrarse, sin nada de experiencia, a una sociedad que no se acaba, va desde el nacimiento hasta la muerte, que los deja a la deriva, entregándole una gama de opciones a seguir, todas terribles por donde se les mire.
En la actualidad encontramos, a diario, el bombardeo social en la lucha por el dinero como símbolo de poder y felicidad y en este afán se muestran más las mafias que la decencia. Los jóvenes de hoy, han crecido conociendo los carteles sicilianos en Italia, Sinaloa, México, yakusa, en Japón, lucha armamentista en muchos países como Estados Unidos, Rusia, China y oriente, entre otros. Acá en Colombia han conocido el cartel de Medellín, el de Cali, clan del golfo, paramilitares, sicariato, mafia política con compraventa de votos, corrupción de “todo por la plata”, etc. A diario encontramos titulares como, la compraventa de votos, caso Aida Merlano, Corrupción en la Unidad Nacional de Protección, en la SAE, en el INPEC, y más …
Es una lucha desigual entre el contenido de la escuela y la familia con lo que entrega la sociedad, mafiosa, consumista y cruel, en cabeza de gobernantes, políticos y, especialmente, medios de comunicación, con constante bombardeo noticioso manipulador, esa sociedad que hoy se lava las manos, cuando en todo conglomerado, la sociedad es la más responsable de la educación que imparte a sus ciudadanos. “El comportamiento de una sociedad joven es el resultado de lo que los viejos enseñaron a sus jóvenes”.
Al llegar a la edad adulta, todos escogemos, en forma libre, los caminos a seguir, basados en lo que hemos tenido en las etapas de la niñez y adolescencia, muchos han ganado la batalla social, sin embargo, un gran conglomerado, se ha ido por la gama mafiosa en la que han crecido y siguen viendo dia a dia.
En el caso que analizamos, solo como referente visible, ya que son muchos casos sin despliegue, en los actores, Nicolas y Day, se nota que ella asimiló la educación de los medios de comunicación con su parrilla interminable de telenovelas y así su actitud tiene todos los ingredientes de un “culebrón” tragidramático; la lucha de clases por el dinero, odio y sed de venganza, tanto, que siendo ella cómplice de todas las actuaciones, conocedora de merecer sanciones por las conductas punibles, entregó los mensajes; deja en el ambiente la duda si lo hizo por dinero. Lo que si están claros, es el roedor que la carcome por dentro y su deslealtad. No se si podrá mirarse al espejo sin remordimiento y si no pesará su conciencia. Al hacerlo por venganza visceral, al ser echada de la cama, me lleva a concluir, que fue “todo por un pene”.
*Lourdes Margarita Guerrero Pavajeau. ambalu2003@hotmail.com – Publicista. Filosofa. Conferencista. Laureada Poetisa y Narradora colombiana. Docente Universitaria.
Centrado, responsable y educativo. buena nota.
Gracias, Jorge Garcia