Rafael Robles Solano

Por: Rafael Robles Solano*

En las últimas semanas el Gobierno se ha visto sacudido por una serie de eventos que no solo evidencian las recurrentes improvisaciones en que viene incurriendo, sino además, por las infortunadas intervenciones del Presidente, quien en su afán por sacudirse de los indeseados, como de los lamentables escándalos protagonizados por sus familiares más allegados, resolvió reaccionar precipitadamente y entre otros, conceder declaraciones a un medio de comunicación, las que desafortunadamente no han contribuido en nada para limpiar su ya maltrecha imagen.

Todo lo anterior evidencia una de dos cosas, que Petro no cuenta, ni confía en sus asesores más cercanos, o que su conocido orgullo y arrogancia, le impiden actuar en momentos de crisis como la que motiva estas líneas, con la prudencia y serenidad indispensable para sortear con sensatez y salir airosamente de esta patética, desagradable y molesta situación.

Regresando a el tema de los asesores, sobre ellos, también circulan sendos y cuestionables nombramientos con nacionalizaciones exprés de personajes extranjeros, quienes en principio carecen de las credenciales para serlo, pero que, en gracia de discusión, se cuentan como amistades entrañables, lo cuales no son discutibles, pese a que sus contrataciones hacen parte del resorte y la discrecionalidad presidencial.

En ese orden de ideas, observamos como Petro, viene dilapidando inútilmente su ahora estropeado patrimonio político, construido en décadas de luchas y valerosas intervenciones ante la Cámara y el Senado, con denuncias y debates históricos que nadie discute y que mucho menos se pueden olvidar, para encontrarnos hoy ante un mandatario prácticamente desconocido, respecto de sus más importantes antecedentes y posturas públicas.

Bajo las presentes circunstancias, es apenas obvio que muchos de quienes creyeron en sus propuestas, ahora se encuentren completamente decepcionados y hasta arrepentidos de haberle seguido. Porque ante este escenario, lo único que se puede apreciar, son actuaciones totalmente contradictorias, respecto de lo que siempre proclamó y defendió, en especial en lo tocante con luchar contra la corrupción y no caer en componendas para dispensar mermeladas, las que son inevitables, cuando ahora observamos como el propósito prioritario consiste en asegurar las coaliciones necesarias para que sus proyectos de ley sean aprobados sin mayores obstáculos.

Ante el deplorable panorama descrito, resta esperar que el Presidente consiga reaccionar oportuna y objetivamente, recobrando el control y el manejo claro de sus actuaciones, para rescatar la gobernabilidad de la que hoy carece, porque por ejemplo, los problemas sociales y económicos resultantes del prolongado paro de mineros en el bajo Cauca antioqueño y de Córdoba, solo reflejan una falta de autoridad efectiva para contener los desmanes y controlar aquel territorio, sin necesidad de recurrir a aquellas represiones violentas que acontecían en el pasado, causadas por las acciones emprendidas por cuenta de los desafueros de la policía y los militares.

Es desesperanzador observar como un proyecto político que abanderó propuestas por el cambio y la justicia social, hoy se encuentre extraviado y deambulando en medio de inobjetables contradicciones especialmente originadas por parte de quien fuera elegido para liderar democrática e institucionalmente dichas reivindicaciones y se ha quedado en sólo planteamientos demagógicos carentes de ninguna realidad. Dando pie para que sus múltiples opositores y detractores ideológicos de derechas, que todavía no se resignan a tener que soportar un gobernante de extracción popular, ajeno a sus alcurnias tradicionales y con ideas progresistas, les prive de sus acostumbrados privilegios de antaño y exploten su debilidad actual, con estrategias llenas de falsas informaciones.

*Rafael Robles Solano. Secretario Ejecutivo LIDERESOCIAL. rafaelrobles12@hotmail.com

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