Por Javier Genaro Jiménez Jordi (El Viejo Javi)

Periodista de Turismo

Los que saben del cuento, es decir, los expertos, aún no se ponen de acuerdo del número de ríos y riachuelos que brotan de La Sierra: 30, 32 o quizás 34 o más. Tiene los nombres más sonoros y hermosos de los confines ancestrales de la majestuosa nevada: Gaira, Manzanares, que llegan a Santa Marta; río Piedras, Don Diego, Buritaca, Palomino (límite fluvial con La Guajira), Guachaca, Mendihuaca, por los lados del parque nacional natural Tayrona; que bañan la Ciénaga Grande, el río Frío, Sevilla, Tucurinca, Aracataca y Fundación; más allá, del César hacia arriba, el Ariguaní, Guatapurí y Ranchería, solo por citar algunos de ellos.

La Sierra, un manantial poderoso que hace del norte del Magdalena y del territorio nacional el sexto país con mayor recurso hídrico del planeta. Es la única montaña con nieve al pie del mar. Cuando el sol está pleno y delante de sus montañas no existe nube ni obstáculo alguno que impida observarlas, desde el mismo mar, las cumbres nevadas de La Sierra se podrán ver a simple vista.

El Cristóbal Colón y Simón Bolívar, sus dos inmensos picos gemelos: ambos, con 5.775 metros sobre el nivel del mar y a tan solo 42 kilómetros del mar Caribe, los más alto de Colombia.

Es sencillamente espectacular. A mediados de 1986 (era reportero de El Informador, el diario del Magdalena), cuando llegó un Comisión Técnica Suiza a observar sobre el terreno si era viable la construcción de un teleférico que de Santa Marta llevara al atractivo arqueológico y natural número uno de Colombia (Ciudad Perdida, Teyuna o Buritaca 200), se preguntaron absortos: ¿Cómo es posible que haya alturas cercanas a los 6.000 metros a tan solo escasos 50 kilómetros del mar? La ladera norte de La Sierra desciende abruptamente desde una altura de 4.500 metros hacia el mar Caribe.

Los suizos, amos y señores de toda la nieve y expertos artífices de teleféricos alrededor del planeta, quedaron, empero, atónitos con el paisaje que tenían al frente. Posó en una de sus terrazas la mariposa metálica y de su vientre salieron los técnicos, ante sus ojos incrédulos: Ciudad Perdida, como popularmente se le conoce; Buritaca 200, llamativo nombre de interés arqueológico o Teyuna, como se le llama étnica y ancestralmente.    

Por los costos ambientales, culturales, económicos y sociales el proyecto del Teleférico a Ciudad Perdida quedó ahí, quieto en primera. En el aire y en la imaginación quedó revoloteando cual vuelo de mariposa un ‘medio de transporte, contacto y comunicación sociocultural’ con uno de los vestigios indígenas más impactantes de Colombia, América y el mundo. Sin embargo, el frágil ecosistema de La Sierra colapsaría ante la enorme y desbordada capacidad de carga.

Cuando el turista o visitante viajan de Santa Marta a Riohacha y las montañas de La Sierra amanecen despejadas observarán sus nevados; como también se observarán por los lados de Bosconia y El Difícil, entre el Cesar y el Magdalena.

El ecólogo, periodista y montañista Andrés Hurtado García se refirió a La Sierra cuando escribió ‘Las Catedrales de la Tierra’: “La Sierra Nevada de Santa Marta, resumen de la riqueza y espectacularidad del trópico no solo en paisaje sino en biodiversidad animal y vegetal, es nuestra máxima altura (5.770 metros), la montaña intertropical más alta del mundo y, quien lo creyera, la de más alto ascenso en el planeta: en efecto, para escalar el Everest se parte de 5.000 metros en el glaciar de Khumbu (Nepal) o en el glaciar de Rongkbuk (Tíbet), hasta llegar hasta los 8.850 metros. En cambio, para ascender a la Sierra Nevada, se arranca de cero metros en el Tayrona, o 169 metros, en Valledupar”. 

El Parque Nacional Natural de la Sierra Nevada de Santa Marta. Prácticamente La Sierra nace al pie del mar. Podría decirse sin exagerar que nace del mar. Simplemente podemos comprobarlo cuando nos quedamos un rato observando desde El Mirador de Taganga (otras de sus bellas bahías) y vemos el par de enormes brazos que tratan de abrazar al mar. A pocos metros, a la derecha, El Morro y El Morrito, en la bahía de Santa Marta, su última cresta antes de sumergirse en sus profundidades.

El área de su reserva natural protegida tiene 383.000 hectáreas y sus límites desbordan los departamentos del Magdalena, Cesar y La Guajira. La Sierra lo enmarca todo; de La Sierra depende todo: indígenas, campesinos, colonos. Su riqueza natural, su fauna y flora únicas en el mundo y su ecosistema alrededor: los parques Tayrona e Isla de Salamanca y el Santuario de Fauna y Flora de la Ciénaga Grande. En su vasto territorio habitan las etnias indígenas Arhuacos, Koguis, Arzarios, Wiwas, Ijka y Samka.

Geométricamente La Sierra es un triángulo isósceles; es un macizo montañoso que prolongo sus brazos en todas las direcciones. En las Crónicas de Indias ya se hacía eco a su imponente, majestuosa y sólida presencia: “Cuando los españoles arribaron a Santa Marta iniciaron su proceso de conquista y reclutaron indígenas como mano de obra gratuita. Primero, buscaron los grupos asentados en las inmediaciones de la playa, luego intentaron acercarse a la enorme montaña, ubicada junto al litoral, en la que vivía la mayoría de los aborígenes. Sin embargo, no pudieron avanzar, la Sierra Nevada les cerró la puerta, fue inhóspita con ellos y les hizo imposible encontrar los caseríos. Ni siquiera a caballo lograron adelantar su travesía”.

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