Francisco Javier Vásquez Asencio

Por: Francisco Javier Vásquez Atencio*

No es secreto para nadie que los problemas de la economía mundial hoy más que nunca son muchos, muy graves y significativos, afectados además por pandemias, migraciones masivas, conflictos bélicos y demás otras calamidades, que sería grandemente irresponsable de parte de todos no preocuparnos ni ocuparnos de los mismos con atención preferente; toda vez que por la forma en la que en un mundo lleno producimos, distribuimos y consumimos los bienes y servicios sobre los que descansa la reproducción de la existencia social no solo determina la calidad de vida de las personas que lo habitan, sino que marca la compatibilidad con las leyes biofísicas que permiten la vida de la especie humana en el orbe, de la que emana notoriamente cambio climático y las múltiples tensiones de orden energético.

En el mundo las relaciones económicas que atraviesan su espacio en lo comercial, productivo y financiero, son tan densas que el tejido resultante se nos presenta como una unidad, a pesar de la heterogeneidad que alberga en su seno; de ahí que la economía mundial haya dejado de ser lo que fue en el pasado, al generar una amalgama de actividades económicas que se desarrollan en el mundo, para convertirse en un todo articulado; por lo que resulta difícil sobremanera describirlo, ya que es un conjunto cuyos criterios articuladores lejos están de ser firmes, debido a una progresiva mundialización que no ha proporcionado los resultados que se vaticinaban por algunas corrientes y con ciertas otras tensiones, que, desde posiciones antagónicas, concuerdan en cuestionar su virtualidad desde fundamentos y orientaciones diferentes.

Lo expuesto no solo afecta a quienes operan activamente en el espacio mundial, sino que la vida diaria de la gente del común que se mueve en entornos de proximidad, está marcada sí o sí por los condicionamientos derivados de las dinámicas de la economía mundial y por la incertidumbre de no saber cuál será la hegemonía que va a marcar el porvenir, sobre todo por cuanto muchos colapsos y procesos concretos de exclusión en muchos ámbitos geográficos están relacionados con la economía mundial, como los procesos que contiene en su seno la involución social que se vive en los países llamados desarrollados.

No refiere lo cual que tengamos como sociedad que lanzarnos a la topa tolondra tras cada uno de dichos problemas, sino apropiarnos del acervo de escuelas de pensamiento que los han estudiado sin complacencia alguna, sino con pies en tierra, analizar las propias realidades y necesidades, lo que igualmente requiere enfrentarse con el reto cierto de edificar un acercamiento cognitivo a la altura de los tiempos, que sea capaz de aprehender la totalidad del campo y captar las nuevas tendencias que atraviesan y transforman la economía mundial existente a comienzos de siglo presente.

Estamos en un tiempo nuevo, que no entenderemos si pretendemos hacerlo con simples extrapolaciones provenientes de nuestro conocimiento del pasado. Hay una notable pausa entre la dinámica de la economía mundial de los últimos siglos, orientada por el despliegue del capitalismo y marcada por los combustibles fósiles, y lo que puede ser el devenir de los próximos decenios del siglo presente en su conjunto, en la verdad que debe ser la nueva economía mundial ecológicamente sostenible, carente de pobreza y orientada por la búsqueda de la calidad de vida de las personas.

*Administrador de Empresas. Especializado en Recursos Humanos. Especializado y Magister en Gerencia Social. Diplomático. @franvasquez06. francisco.vasquez.atencio75@gmail.com

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