Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza*
La coadministración entre nosotros es joven. Considero que aún se está conformando de manera paulatina. Nuestros recintos en las Jal, Concejos y Asambleas están llenos de momentos de tensión intensa, que incluyen, como hemos visto en ellos, escenas de riñas verbales que hasta derivan en encuentros cuerpo a cuerpo. Desde siempre las fuerzas opositoras han registrado momentos neurálgicos, protagonizando peleas, gritos, jaloneos, ofensas, bloqueos de puertas, rechiflas, cambio de guardas y candados, atrancamientos y constantes tomas de tribuna y mesas directivas. No han estado ajenos nuestros escenarios municipales y departamentales a esas prácticas. Se han introducido en ellos bocinas, megáfonos y otros elementos perturbadores. No ha valido en muchos casos aplicar la disciplina interna y ordenar la suspensión de esos comportamientos.
El calor de la discusión política en Juntas Administradoras Locales, Concejos y Asambleas ha generado duras escenas, en medio de discusiones de tipo técnico, jurídico y demás otras, que durante años fue tónica prevalente. Las fuerzas mayoritarias frente a sólidos argumentos en su contra, se imponen avasallando y descalificando con adjetivos de toda laya que se escuchan cada vez con más frecuencia. Esa polarización que incluye inapropiados procederes, además de espantar, deben tener sus límites y haber en consecuencia una precisión entre un debate intenso y un rosario de epítetos vulgares que nada tienen que ver con sus funciones como coadministradores y sí mucho con los resentimientos políticos y demás otros intereses que son ocultos en los más de los casos para la ciudadanía y comunidad en general.
A meses escasos estamos en el país de elegir ediles, concejales y diputados, además de alcaldes y gobernadores. De ahí que importe llamar la atención a la población en capacidad de depositar su voto, que en manera reflexiva, atenta y consciente, se de a la tarea, sin pereza alguna, de estudiar, ver, mirar, observar, analizar a fondo, pensando desde luego en los intereses superiores de la gente en su conjunto, por quien va a decidirse, pero sobretodo, quien o quienes en realidad y verdad merecen su favor electoral, toda vez que no podemos seguir dando palos de ciego para terminar eligiendo a quienes nada hacen una vez posicionados, en beneficio de las personas ni de la unidad territorial donde fueron elegidos.
Además de lo cual, importa sobremanera que elijamos personas decentes, educadas, que no lleguen a dichos recintos a comportarse cual hijos de cualquier procedencia, aumentando dinámicas grotescas que convierten esos recintos que deben ser sagrados, en arenas anárquicas de gente que pelean siempre y no en escenarios donde debe imperar la sensatez, la pluralidad y la tolerancia, en el entendido que fueron elegidos para representarnos a todos.
*Rubén Darío Ceballos Mendoza. rubenceballos56@gmail.com – Jurista