RUIZ FRUTOS JULIAN MARTIN

Por: Julián Martín Ruiz Frutos*

Incompetencia, es ineptitud, incapacidad, torpeza, ineficacia, impericia, ignorancia, inutilidad, negligencia, nulidad; arbitrariedad, es acto o proceder contrario a la justicia, la razón o las leyes dictado solo por voluntad o capricho de su autor, sin un razonamiento suficiente y sin explicación bastante de las razones en que se basa o careciendo estas de cualquier fundamento serio; y, Corrupción, es el comportamiento consistente en el soborno, ofrecimiento o promesa a otra persona que ostenta cargos públicos, o a personas privadas, a los efectos de obtener ventajas o beneficios contrarios a la legalidad o que sean de naturaleza defraudatoria. Significados y conceptos que dejan claro a todas luces, que la incompetencia lleva a la arbitrariedad–quizás más nociva incluso que la desigualdad y la insolidaridad– y consecuentemente a la corrupción.

Invita lo cual, a adentrarnos en el análisis de problemas actuales permeados por tales situaciones, no quedarse callados ante las consecuencias que generan y menos en estos momentos aciagos y además neurálgicos que estamos soportando, viendo como desfilan ante nosotros corruptos, inmorales, mentirosos, perjuros, incluso enfermos mentales, que desacreditan al país, a sus instituciones todas y retan vulgarmente la unidad que debe existir entre nosotros, que nos dejan sin respuesta y sin honor ninguno.

Vergonzosa es la incompetencia que arrastrando estamos, y lo que es peor es que detrás de la ineptitud de algunos políticos, no hay sino aspectos neuropsicológicos que es posible detectar con cierta anticipación, como lo hacen y han dicho colectivos médicos, lo que determina la urgente necesidad de tamizar a nuestros dirigentes en todos los órdenes, antes de entregarles poderes y responsabilidades; más, cuando bien sabemos y demostrado está que existen personas con ciertos tipos de personalidad que encuentran en la política un sistema de refuerzos y recompensas muy potente relacionados con el uso del poder y los privilegios que ello comporta, tales como fama, ostentación, vanidad, influencia, red de favores, puertas giratorias y placeres materiales, que les atrapan como si de una droga se tratara, lo que los hace olvidar y hasta renunciar de sus compromisos, funciones, obligaciones y responsabilidades, a lo que sobreviene necesariamente y de manera consiguiente la corrupción para sostenerlo todo. Es percepción y parecer de la mayoría de las personas que no hay ya muchos políticos honestos, justos, eficientes, sensatos y equilibrados; pero quiero insistir, a lo mejor desde la ingenuidad, que, aunque no lo parezca, quiero creer que son aún la mayoría.

Lo cierto es que día con día vemos a mares incompetencias, extravagancias, excesos, desatinos, ignorancias, estupideces, ignominias, locuras, antiética política, sobornos, codicia, corrupción, vergüenzas, doble moral, inmoralidad, amoralidad, tráfico de influencias. Partidos oficiando como epicentros de los problemas, inmersos en manipulaciones y sistemáticos incumplimientos como norma, lo que apena y se adentra en la valoración que hace la sociedad de sus “líderes políticos y de los partidos” a los que desgraciadamente sirven, que prácticamente nunca alcanzan el aprobado, lo que se ha convertido ciertamente en un problema desde lo local a lo nacional.

Se pisa el terreno de la incompetencia como actitud al generar cambios en los valores, tales como rasgos de personalidad con manifestaciones autoritarias, dogmáticas, agresivas e impulsivas, o como trastorno clínico de la personalidad, estos con manifestaciones histriónicas, narcisistas y antisociales, lo que llama a apelar a la necesidad de crear un todo que curar pueda excesos, desmesuras, soberbias, prepotencias, hasta el mundo de creerse y comportarse como dioses impulsivos que no respetan los espacios de libertad ajenos, lo que es sencillamente injustificable, lo que debería obligar que se proponga que los políticos pasen sí o sí por un estricto proceso de selección, en la afirmación, repito, que la incompetencia lleva a la arbitrariedad y a la corrupción.

*Abogado. Especializado en Derecho laboral. Columnista

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