Por: Hernando Pacific Gnecco*
Cada día más personas restan importancia al estudio de las humanidades. Actualmente, en la innecesaria lid entre ciencias y humanidades, gana la primera. La era industrial desplazó a las humanidades en favor de las ciencias; hace poco, Australia redujo significativamente los precios de los estudios en ciencias y tecnología, mientras los duplicó en las humanidades.
Aprender filosofía es primordial durante toda la formación académica por el peso que tiene en la toma de decisiones, cotidianas o trascendentales. No podemos apartar materias fundamentales para la vida como la historia, la sociología y otras ¿Cuál es su utilidad? En el proceso formativo, las humanidades son mucho más que un decorado del saber; constituyen el eje que conduce hacia el pensamiento crítico y el análisis juicioso; evita tragar entero, la colonización mental y el dogmatismo académico e intelectual.
Concordamos con la filósofa neoyorquina Martha Nussbaum, quien se orienta por la educación integral: cultivar al ser humano en su totalidad; propone un modelo educativo que prepara a las personas para ejercer sus funciones ciudadanas y vitales. Dicho de otro modo, propone formar al ciudadano desde la temprana infancia por encima del dogmatismo académico; las humanidades flexibilizan al espíritu y dan carácter plástico al pensamiento, según el pedagogo Fernando Vásquez. Afirma que quien estudie humanidades capta mejor los matices de las cosas y el comportamiento de las personas. Las ciencias sociales permiten entender que el mundo no es blanco o negro, que hay gamas, tonos y facetas de un mismo asunto. No son meras obviedades.
La supraespecialización condiciona a un pensamiento estrecho; las humanidades abren el pensamiento y se explayan en el análisis de personas y situaciones. La poesía y la literatura desarrollan sensibilidad, conocimiento, solidaridad y empatía: ahondan en los sentimientos humanos. Desarrollan también la dialéctica; podemos debatir sin descalificar al contrario y sus razonamientos, más allá de sus creencias, orígenes o edad. Por ejemplo, el estudio de la historia durante la etapa escolar fundamenta los análisis posteriores de causas, desarrollos y consecuencias de episodios importantes, lo que favorece el entendimiento de determinados hechos y cambios sociales. Ayuda a entender la existencia de las naciones y sus costumbres, y a anticipar situaciones potencialmente complicadas para los pueblos. Esto evita sesgos y ayuda a pensar objetivamente; la historia es una de las bases del pensamiento moderno.
Mediante la sociología sabremos quienes somos; entenderemos las relaciones humanas, cómo y por qué se producen, cómo funcionan y su utilidad; comprenderemos las jerarquías, las estructuras sociales y sus categorías, y así podremos actuar en la búsqueda de soluciones cuando emergen conflictos en las interacciones sociales. En palabras más sencillas, esta disciplina analiza lo que ocurre en los conglomerados sociales y actúa como conciencia crítica. La formación de los estudiantes debe enfatizar en el conocimiento de las sociedades, las leyes y códigos que las rigen; por ello, aprender temas básicos de constitución política y las normas que rigen el funcionamiento de una nación son apenas fundamentales, particularmente en este país que a duras penas entiende de derechos humanos. Y qué decir de las estructuras funcionales: qué es un estado, para qué sirve, cómo funciona, función de los poderes, agencias estatales, órganos de control y su papel en la sociedad.
Es ineludible conocer de la política: cuáles son las distintas formas de gobierno, que son los partidos políticos y su papel, las diferentes tendencias y corrientes políticas, su importancia y qué tienen de bueno o malo, y cómo han transformado a las naciones. Así nos evitaríamos agrias e inútiles discusiones bizantinas que solo conducen a enfrentamientos innecesarios y a la violencia social. Bienvenidas las ciencias sociales; la formación en valores y principios nos hace más humanos, empáticos, cordiales, solidarios y resilientes, y nos apartan del inhumano mercantilismo, la ignorancia, el egoísmo, la manipulación mediática y la violenta polarización que asuelan al país desde su nacimiento. Tendríamos una sociedad pacífica, respetuosa, educada y ejemplar a cambio de una indolente, ignorante y violenta. hernandopacific@hotmail.com
*Médico Cirujano. Especializado en Anestesiología y Reanimación. Docente Universitario. Columnista