Por: Francisco Javier Vásquez Atencio*
Un pueblo educado sabrá elegir a dirigentes honestos y competentes. Estos elegirán los mejores asesores. Un pueblo inteligente y educado no permite corruptos ni incompetentes. Un pueblo ignorante desperdicia sus recursos y se empobrece. Un pueblo ignorante vive de ilusiones. Un pueblo educado sabe muy bien diferenciar un discurso serio de una disertación demagógica. Un pueblo educado prospera también en condiciones adversas.
Pensar, leer, estudiar, conocer, dialogar, hablar con gente diferente… no son valores a los que demos demasiada importancia en la sociedad actual. Sin embargo, no podemos construir una sociedad sana si al menos quien la dirige, o pretende dirigirla, no tiene estos valores.
Algunos de los problemas que en mayor o menor medida tienen todos los países: diferencias políticas de un líder o de otro líder, racismo (en todas sus manifestaciones), terrorismo, corrupción, exclusión en vez de cambiar la mentalidad de incluir nuevas formas de gobernar y no generar odio, construir sobre lo construido y no generar discursos marcados por la ignorancia. Para enmarcar que administrar recursos públicos cualquiera no lo puede hacer si no tiene experiencia y conocimientos y más aún generar discusiones y enfrentamientos sobre líderes que no suman si no restan crecimiento a nuestra amada patria que está enmarcada por muchas diferencias.
El discurso: “Nosotros somos diferentes” (igual a superiores) no puede ser coherente sin conocer las diferentes-diferencias. Para ello hay que conocer, dialogar y estudiar; Un futuro quizá dirigente de cualquier índole puede decir que no sabe nada de la política, comunidad o sociedad y que no lee: parece un serio peligro para alguien que debe tomar decisiones de gran trascendencia; Las interpretaciones de los libros y la literatura como tal sólo podrían hacerse tras leer muchos de ellos, y una persona que lo hiciera reconocería con qué margen de error tan grande se mueve.
Hemos llegado a un punto de saturación tal que considero que es necesario re-humanizar la cultura y, más concretamente, las actividades culturales. Soy consciente de que no es una labor fácil y que la tecnificación sigue su curso, pero también percibo por mis propios ojos que la cultura mediterránea, la cultura latina, sigue valorando los espacios abiertos y la calidez de las relaciones humanas, por lo que todavía existe la esperanza de que esta tendencia sea reversible. Su acercamiento nos haría más felices y más crítico con la realidad, en definitiva, más humanos.
Me gustaría subrayar la importancia de la cultura más que nunca en tiempos de crisis, la cultura nos enriquece como personas, nos hace crecer, nos abre la mente y nos da la oportunidad de conocer muy distintos puntos de vista, diversos rincones del planeta, cada uno de ellos con su idiosincrasia particular, consiguiendo así replantearnos las “verdades absolutas”, y que nos llena de argumentos con los que poder rebatir o aplaudir determinadas actuaciones.
Para reflexionar: “Una verdadera ignorancia no es la ausencia de conocimientos sino el hecho de negarse a adquirirlos y reconocerlos”. Administrador De Empresas. Especializado en RR.HH. Especializado y Magister en Gerencia Social