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Por: Nilsa Villota Rosero*

La alegría festiva del Carnaval de Negros y Blancos de Pasto, en su versión 2023, duró unos pocos días. Recién terminada la celebración patrimonial, el 9 de enero, cuando la capital de Nariño apenas comenzaba con sus actividades cotidianas, un deslizamiento en el sector de Rosas, Departamento de Cauca, taponó la vía Panamericana, provocando, nuevamente la desconexión de Nariño con el centro y norte del país.

Nos acercamos ya al sexto mes desde que este hecho sucedió y el día a día sigue marcado por los efectos de este acontecimiento que no deja de preocupar a los habitantes de San Juan de Pasto. Los altos costos de la canasta familiar, el freno interpuesto a los proyectos de infraestructura, el aumento triplicado de los fletes de carga, el incremento en los precios de insumos para la construcción y el intermitente abastecimiento de los productos que antes se movilizaban por la Panamericana, genera una tensión constante en la ciudadanía que sigue esperando soluciones de alto impacto desde los diferentes niveles de gobierno.

Resulta preocupante que durante todo este tiempo aún no se haya declarado la emergencia económica, social y ambiental que conlleva el taponamiento de la vía Panamericana en el kilómetro 75.

Alternativas como la vía La Depresión-La Sierra resulta un auténtico vía crucis al que aún muchas personas se exponen debido a sus compromisos laborales, para atender situaciones familiares o simplemente llegar a sus destinos por un camino que resulta, en momentos, incierto.

Las aerolíneas que prestan sus servicios al Aeropuerto Antonio Nariño no demuestran voluntad de solidaridad con las y los pastusos. Los tiquetes aéreos resultan excesivos en medio de la crisis y la presión gubernamental parece no tener efecto sobre estos servicios que hoy resultan urgentes para un gran número de viajeros que ante la falta de opciones deben adquirir, todavía, costosos pasajes.

En el mediano plazo ya se reflejaron los impactos de las ejecuciones afanadas como la variante que luego de 96 horas de inaugurada ya se encontraba en un evidente estado de deterioro. Por su parte, el Gobierno Nacional prometió una vía alternativa de cerca de 70  kilómetros que se construiría fuera de las zonas de riesgo geológico, pero que requerirá una inversión billonaria.

Entre tanto, proyectos de vieja data como la variante Timbio-El Estanquillo deben ser prioritarios a la hora de tomar decisiones reales y factibles para que el sur de Colombia cuente con una conexión acorde a las necesidades del territorio. Ya han pasado 50 años desde que se proyectó esta vía que apenas ha llegado a fase II ante la Agencia Nacional de Infraestructura.

Tema aparte merece la atención sobre la doble calzada Pasto-Popayán que bien podría tardar unos 14 años en convertirse en realidad y que en la actualidad puede significar una inversión nacional equivalente a 12 billones de pesos, recursos que deberán asumirse desde el gobierno central por lo poco atractivo que el proyecto parece sonar para algunos inversionistas del sector.   

Ante el panorama es necesario que Pasto, como capital del Departamento de Nariño, se constituya en eje central de alianzas micro territoriales, en punto de acuerdo y consenso para que otro tipo de conectividades como las que se ofrecen desde Tumaco y el pacífico se constituyan en vías de acceso con visión de largo aliento y alta productividad económica; de igual manera, el aeropuerto San Luis de Ipiales debería contar con mayor aprovechamiento turístico y comercial que beneficie a la zona de la Exprovincia de Obando y a Pasto. Es urgente considerar este destino como nuestro aeropuerto alterno, hoy contamos con mejores condiciones para este tipo de acuerdos multisectoriales.

La coyuntura nos convoca, también, a que la ciudadanía tenga en sus dinámicas de consumo la posibilidad de comprar local, acudir a los mercados propios y aprovechar la riqueza de nuestra tierra a la hora de adquirir productos que se encuentran más allá de las grandes superficies. Mientras todo esto acontece habrá que seguir cultivando la paciencia como otro noble valor de nuestra población.  

*Nilsa Villota Rosero. Ingeniera civil, especialista en Alta Gerencia, Especialista en Gestión de Proyectos. https://nilsavillotarosero.com/

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