JOSÉ MANUEL HERRERA BRITO

Por: José Manuel Herrera Brito*

Estar en política debe ser más que un deber una obligación, en la afirmación que es la política el conjunto de actividades que se asocian con la toma de decisiones en grupo u otras formas de relaciones de poder entre individuos, como la distribución de recursos o el estatus. También, aquella entendida como como ciencia y arte de gobernar que trata de la organización y administración de un Estado en sus asuntos e intereses, de comunicación pública. La política real, en tanto lucha por el poder en función de intereses y ventajas, se expresa y efectúa en el proceso de elaboración de políticas.

En el siglo IV AC, Aristóteles en su libro Política definió al hombre como animal político (zoon politikon), con lo que asomaba ya la amplitud de ese campo del quehacer humano. Thomas Mann, empleó en su Montaña mágica la expresión “todo es política”; y, Michel Foucault, subraya que se encuentra en todas partes y nunca pueda desaparecer. Carol Hanisch, afirma que “lo personal es político”. Así las cosas, no queda nada entonces fuera de la política. Todo lo cual nos permite decir a manera de síntesis, que lo político está en todo, pero no lo es todo. El ser humano, en efecto, por su dimensión ética y espiritual, tiene una apertura trascendente y se mueve en ámbitos que no se reducen a lo relacional político.

La política es concerniente a la polis en cuanto convivencia social, conglomerado humano y su bien común. Al poder (su organización y ejercicio), a la autoridad, en la polis. A la agrupación en partidos, con miras a la toma y actuación de dicho poder. El ser y el actuar políticos tiene, por consiguiente, diversos modos darse, lo cual se refleja, obviamente, en los diferentes tipos de compromiso y comportamiento frente a esa realidad. Normalmente se cae en una especie de “mitificación” de la política (asumiéndola casi sólo como espacio de secretismos, dobleces, manipulaciones y aprovechamientos).

Definitivamente debemos estar en política, tiene sentido, ya que los seres humanos somos políticos, convivientes, desde el inicio de nuestra peregrinación terrena. Querámoslo o no, estamos metidos cotidianamente en política y la formación política es moralmente obligante para una convivencia responsable y corresponsable. La edificación de una nueva sociedad (polis vivible, deseable) es tarea de todos, cualquiera sea la condición personal. El actuar político puede variar según vocaciones, situaciones y oportunidades, pero todos y cada uno tenemos una tarea que realizar en dicho campo, puesto que nos es concerniente a todas luces. Y querámoslo o no inmersos estamos en los procesos políticos, importando ayudar entonces en la construcción de pactos sociales para la protección a dicho tenor en la búsqueda y procura de los mejores resultados en ese tan especial particular, en lo que triunfar debe las ideas producto de consensos que puedan funcionar y se defiendan independientemente de su viabilidad, como cuestión de interés, identidad y solidaridad grupal, ya que no solo debe encarnar las ideas sobre el contenido sustantivo de los pactos sociales para la protección social, sino también representar los procesos interactivos de coordinación y comunicación que dichos pactos generan; más, cuando es claro que el contexto también importa al incluir no solo a las instituciones de política económica, sino también a las instituciones políticas. saramara7@gmail.com

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