Economista Omar Escobar

Por: Ec. Mag. Omar Escobar­

 Me acuerdo de las lecciones de bachillerato, cuando se decía que la información se refiere a buscar, encontrar o difundir datos veraces ajustados al conocimiento actual, pues no hay verdades absolutas, mientras que la desinformación implica la difusión intencionada de información falsa o no verificada que busca distorsionar la realidad y minar la confianza pública. De igual manera, el docente de ese entonces, nos hablaba del cuarto poder, cuyo objetivo, a través de los medios de comuinicación, es influir en la opinión pública, y por ende en la toma de decisiones, afectando no solo la conducta individual sino llevando al colectivo hacia la masificación en lo político, lo religioso, etc. Es lamentable que en este nuevo siglo nadie ha podido combatir la desinformación y la masificación, si es una verdad absoluta.

Desde Gutenberg, quien inventó la imprenta en 1440, franceses, holandeses y alemanes venían en carrera disputándose el honor de ganar la medalla, no tanto, por el prestigio, sino por el poder de difundir el pensamiento propio. Durante el feudalismo, la iglesia católica se otorgó el privilegio de difundir su propia verdad, mediante la reproducción y difusión de copias manuscritas, hechas por sus monjes. Es decir, ellos consideraban lo que se podía publicar, mientras censuraban temas de los que no se podían hablar. He ahí, la importancia de la imprenta pues permitió recopilar y reproducir información censurada de esa época y más tarde la misma iglesia lo haría para su beneficio. El resto, es historia conocida por los buenos lectores.    

Hoy por fortuna vivimos otra revolución informativa, aún desconocida para algunos. De acuerdo con el último conteo de medios realizado por el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (Mintic), hay cerca de 640 medios digitales, muchos de los cuales han nacido durante la última década impulsado por el estallido de las redes sociales. Son los hijos de gutenberg, en un intento por democratizar el acceso a la información, son jóvenes que diseñan propuestas informativas innovadoras; ágiles en tiempo real y de fácil producción como de consumo gracias a las bondades del ecosistema de las redes sociales. En Colombia, ascienden a 306 medios, llamados alternativos y siguen en ascenso tanto en cantidad, calidad y diversificación o temas especializados.

Digamos que el ecosistema digital, no solo es una respuesta a la revolución tecnológica, sino que hace parte de una nueva división del trabajo. Bajo ese panorama, Carlos Obando, doctor en tecnologías de la información, y docente de la Universidad Javeriana, dijo que los medios de comunicación que han nacido dentro de las redes sociales, surgen como una respuesta a las necesidades del nuevo consumidor. Para Obando, los canales como las redes sociales, permiten un mayor alcance de recepción, ya que desde todas partes del mundo cualquiera puede opinar sobre lo que acontece sin importar las barreras geográficas.

Este tipo de medios esta desplazando a los medios tradicionales, razón por la cual, estos estan en proceso de migración hacia las redes sociales. Sin embargo, no tienen la acogida que quisieran ellos, en virtud de la pérdida de credibilidad de la sociedad ante los dueños de tan poderosos grupos económicos. Por ello, cito a Germán Ortegón, docente de comunicación transmedia de la Universidad Javeriana, anotó que esa migración es producto de la pérdida de espacio de los medios tradicionales dentro de las agendas de los nuevos consumidores.

Hoy las nuevas generaciones se inclinan por el periodismo de investigación independiente, dado a mostrar reportajes que profundizan en la corrupción, los derechos humanos, la rendición de cuentas entre otros, aspectos tratados con poca objetividad por parte de las cadenas de televisión tradicional. Cabe anotar, que esta labor viene acompañada de riesgos, por lo que garantizar la seguridad de los periodistas es esencial para mantener la integridad de los Medios de Comunicación Alternativos en Colombia.

Hace seis siglos, algunos nobles europeos, terminaron su vida desconociendo los productos de la imprenta, otros se escandalizaron por los contenidos eróticos de oriente. Es paradójico que hoy las nobles castas de las élites jurídicas, solo tengan un medio masivo de comunicación como fuente única de verdad absoluta… es evidente que no son hijos de Gutenberg, sino siervos de la antigua iglesia católica.

Solo en ese sentido es entendible la admisión de la demanda sobre la afectada ciudadana que al no querer ver la reunión ministerial, «no le quedaba más opción que apagar el televisor»… en realidad, ella apaga su cerebro ante la revolución informática en el mundo y el Consejo de Estado, viola el derecho a la información mediante la censura en canal privado. Es así como las instituciones pierden creedibilidad por las posturas absolutistas y ridículas, dizque de sus mejores ejemplares, en pleno siglo XXI.

Entre información y política, la censura a la información es tan antigua como la política, y no obedece al pensamiento, sino al ortodoxismo, a la ignorancia y a intereses ocultos opuestos al pensamiento crítico, al statuo quo, a las dinámicas sociales.

Los medios alternativos y sus autores, siguen en peligro, como la misma información que brinda el periodismo investigativo independiente…

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