JOSÉ MANUEL HERRERA VILLA

Por: José Manuel Herrera Villa*

Está demostrado el escaso interés que le hemos prestado a la forma como la polarización social afecta al mundo de las empresas y las dinámicas entre sus trabajadores, como comprobado que los consumidores empujan a las compañías a involucrarse en tareas antes exclusivas de los gobiernos, específicamente medioambientales, igualdad social y de apoyo a las ONG en contexto de su responsabilidad social. Transición que se viene reproduciendo aceleradamente.

La polarización social y su impacto en las dinámicas de negocio ha generado que se considere que las empresas deben apoyar causas sociales y donar dinero a las organizaciones ciudadanas; además de formar parte del diálogo público en torno a temas complejos que enfrentan las sociedades en las que operan, en razón a que éstas pasan hoy casi la mitad de su tiempo lidiando con temas sociales que les impactan, a diferencia del pasado, y se tiene la certeza de que esto mantendrá una tendencia al alza, lo que no es de extrañar si se revisa el objetivo del “capitalismo de partes interesadas” (Klaus Schwab), y según el cual, la economía global debe funcionar para el progreso, las personas y el planeta, con proyectos de largo plazo y no cortoplacistas que sólo buscan la rentabilidad de las empresas.

Klaus, lanzó una fuerte alerta en 2021, planteando que el capitalismo de accionistas y el de Estado han conducido al mundo a una situación insostenible, y que deben existir beneficios con propósito, prosperidad y paz para las personas y el mundo, toda vez que necesitamos un cambio de mentalidad para alejarnos de una sociedad donde las empresas y los gobiernos actúan cada uno por su cuenta hacia otras en la que estas organizaciones, junto con la sociedad civil, trabajen mancomunadamente.

Hoy el activismo corporativo encuentra entre sus consumidores y públicos que existe un alto interés en la salud mental, aborto, educación y cambio climático, pero le atribuyen menor importancia a la igualdad de género y los derechos LGBTQ+. Casi un sesenta por ciento opina que las corporaciones deben involucrarse en temas sociales y problemas públicos; menos, que deben donar recursos a organizaciones no lucrativas, menos aún que deben pronunciarse públicamente sobre problemas sociales; otros más pocos, que las empresas deben alentar a sus empleados a involucrarse en dichas causas; y, escasos, que sí deben financiar a políticos. Los colaboradores están dispuestos, incluso, a ganar un porcentaje menor si su empresa está verdaderamente alineada con valores sociales y participa activamente en colaborar en su solución.

Cuestionamiento es hoy si las empresas deben tomar un papel activo en reducir la polarización y contribuir en matizar el discurso social, ya que, de una u otra manera, la coyuntura política ha colocado en ese lugar a las compañías. Si los trabajadores de una empresa hacen activismo por el derecho al voto libre, LGBTQ+, igualdad, y demás, están forzando a las empresas a involucrarse en los temas sociales; más cuando es claro que, las empresas pueden contribuir constructivamente en educar a ambas partes para atemperar los discursos que polarizan, antes que unir.

*José Manuel Herrera Villa. jomahevi@gmail.com – Profesional en Administración y Finanzas. Especializado en Auditoría Integral. Formulación y Evaluación de Proyectos de Desarrollo

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