Enrique Herrera

Por Enrique Herrera @enriqueha

Las reformas sociales las necesita el país y si bien, ahí no existe un acuerdo nacional sí hay una gran coincidencia nacional. El desacuerdo está en otro lado. En el enfoque.

Las reformas están en su segundo round y que se aprueben o no dependerá de cómo se entienda la política. Me explico.

Si una política es entendida como religión, es sagrada  y si es así se venera y, entonces, un libro sagrado -una reforma ídem- es inmodificable. Es decir, si las reformas  son presentadas desde la religión petrista, serán sectarias e innegociables porque entonces, toda negociación es traición, construir sobre lo construido es un engaño y solo la demolición es cambio.  Y si pasa igual, desde las contrapartes, se estará en el peor de los mundos.

Pero como Colombia no es una iglesia sino una democracia, las reformas no pasarán sino se llega a acuerdos  entre posiciones contrarias. Por eso, es mejor entender la política como un espacio de transacción, de conversación y de construcción entre distintos.

Se construye, eso sí, desde la conversación entre diferentes y, hasta ahora, la están adelantando  desde la confrontación, la posverdad y la polarización, o sea, desde lo muros y no desde los puentes y  en unos tiempos en los que está en crisis el diálogo, el poder y la verdad, el camino no dejará de ser culebrero y el destino, incierto.

Y si las reformas parten, de que son la verdad revelada y no de que, en los debates, aspiran a encontrarla, se asienta las bases   para afirmar que unos tienen la verdad y otros no y así, unos y otros estarán convencidos de la existencia de una verdad absoluta que, casualmente, coincide con la suya.

Y al estar en tiempos de posverdades, la cosa se complica porque al debate lo infiltra la desinformación, la manipulación, la confusión, el engaño y la pérdida de confianza de unos en otros. El exceso de mentiras y las bodegas terminarán degradando, intoxicando y emponzoñando el debate y alimentando la polarización.

Las bodegas mienten porque son pagas, obedecen a un libreto  -desestiman estudios técnicos, el conocimiento y la evidencia – tienen la intención de engañar, confundir y manipular  y son conscientes de que lo que afirman es falso. Muchos políticos y altos funcionarios andan en lo mismo.

Y si las reformas quieren aprobarse, unos y otros deben despojarse  de la soberbia de la verdad, o sea, de que tienen la verdad  y  los otros no. Es hora de dudar de lo propio y pensar que el otro podría tener razón y a partir de ahí, construir, porque a la verdad se llega por la vía del diálogo y  la evidencia.

No será fácil lo de las reformas pero es posible  que sean aprobadas si se toma este camino. Otra cosa es el acuerdo nacional de Petro porque, en tiempos electorales es muy difícil construir consensos y menos, cuando en octubre se quiere conformar unas nuevas mayorías y nuevo mapa político.

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