Ruben Darío Ceballos Mendoza

Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza*

El equilibrio, que para los efectos de la consideración política debe ser social principalmente, entre otros particulares y generales aspectos y consideraciones, es concepto nacido de la economía y la sociología, toda vez que se trata de un sistema en el que los componentes mantienen una posición equilibrada sin que existan grandes diferencias que puedan ser fuente de conflictos, y tiene como objetivo alcanzar la justicia social, siendo por tanto un instrumento de acción de gobierno cuyo imperativo ético y político es responder a las necesidades sociales alcanzando la equidad como nuevo orden de equidad social y base material de la sociedad en su conjunto. La política en tanto, es la ciencia que trata del gobierno y la organización de las sociedades humanas, especialmente de los estados; como también, la actividad de los que gobiernan o aspiran a gobernar los asuntos que afectan a la sociedad o a un país.

El sentido del equilibrio en la acción política democrática conduce a tener presente no a un sector, segmento poblacional o grupo de ciudadanos por mayoritarios que fuesen, sino a la realidad social en sus exactas dimensiones. Es gobernar y legislar en general, contando con los intereses y las necesidades de todos, como también y sobre todo con las de quienes no las expresan, por cuanto entre ellos se encuentran los que tienen más escasez de medios o menos sensibilidad para sentir como propios los asuntos que son de todos. Hoy, lamentablemente, esta perspectiva del equilibrio entre nosotros brilla por su ausencia en las principales manifestaciones de la política, como se sabe y experimenta.

El equilibrio político es una exigencia y una condición de las nuevas políticas, que, por más que se han anunciado desde siempre, aún las esperamos. El político, la política, no están comprometidos con un segmento, ni con una mayoría por amplia que sea, sino con todos, aunque la base social que constituye su soporte puedan ser necesariamente los sectores más dinámicos, activos y creativos del cuerpo social. El sentir y la conciencia sociales, deben ser elementos de primer orden en la consideración de la política democrática, si realmente se admite que la ciudadanía es el factor fundamental en la articulación de la vida política.

Ese sentir o hecho social como algunos lo denominan, se refiere a todo comportamiento, forma de ver, pensar, actuar y sentir exterior a la conciencia, está presente en un grupo social, sea respetado o no, y sea compartido o no. En efecto, el sentir social forma parte de las condiciones objetivas, porque es un factor que actúa realmente, que gravita sobre las situaciones reales, y debe ser tenido en cuenta en su valoración. Por ello, la acción política debe tener muy en cuenta la opinión pública. Sería suicida, pero sobre todo inadecuado e injusto, actuar de espaldas a ella. Sin embargo, la acción política democrática no puede plantearse como un seguidismo esclavizado de esa opinión por más que hoy aparezca como canon único de la orientación de las decisiones que se adoptan. Probablemente por eso nos va como nos va, porque faltan convicciones firmes y sobre todo, valentía y pedagogía, mucha pedagogía política, en la seguridad que mejor, mayor y más firmemente avanzaremos en contexto de fortalecimiento y profundización democrática.

* Rubén Darío Ceballos Mendoza. Jurista rubenceballos56@gmail.com

¿Cómo le pareció el artículo?
+1
1
+1
0
+1
0
+1
0
+1
0

Por editor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *