Ruben Darío Ceballos Mendoza

Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza*

La economía en si misma ayuda a transformar, favorece a las personas y genera prosperidad, por lo que importan diversidad, sostenibilidad, inclusión, igualdad, participación, solidaridad, que adjetivan de manera nueva a la economía y la ponen en ruta a hacerla más social. Y si bien existe una variedad de definiciones, perspectivas teóricas y experiencias vinculadas con la economía social, refiere principalmente las relaciones de producción y distribución que están organizadas por el principio de solidaridad y no persiguen lucro, aspecto que la distingue de otras formas de producción y distribución. Hoy, también recibe denominaciones como nueva economía social, economía solidaria, nueva economía solidaria, economía popular y economía de los pobres.

En Europa, se concibe en la actualidad como un tercer sector, en el que persisten valores humanísticos que rechazan la comercialización excesiva y se encuentran entre sus principios, la organización sin fines de lucro, la gestión democrática, la independencia en relación al gobierno y el otorgamiento de servicios a sus miembros.

En América Latina, se acerca más a conceptos como economía informal, economía a pequeña escala y economía de subsistencias, al tiempo que se encuentran referencias del concepto en dos nuevos tipos de iniciativas. La primera se relaciona con los discursos de las agencias internacionales que promueven la participación comunitaria y las políticas de focalización en las cuales las denominadas economía de los pobres o economía popular no son vistas como un obstáculo sino como un factor de crecimiento económico. Sonia Álvarez Leguizamón, plantea que, en esta perspectiva, los pobres son vistos como productores que deben autogestionar y satisfacer sus propias necesidades y deseos a través del reforzamiento de los lazos familiares y de solidaridad tanto de vecindad como en su comunidad, al mismo tiempo que se produce un debilitamiento de las instituciones estatales de protección social.

Engloba en todos los casos, un conjunto de actividades económicas y empresariales que en el ámbito privado llevan a cabo entidades que persiguen el interés colectivo de las personas que lo integran, el interés general económico o social, o ambos, mostrándose día a día como un actor fundamental en el desarrollo de la sociedad actual. Es también el conjunto de iniciativas socioeconómicas, formales o informales, individuales o colectivas, que priorizan la satisfacción de las necesidades de las personas por encima del lucro. Lo importante de esta área de la economía es la interactuación de entidades como las cooperativas, centros especiales de empleo, sociedades laborales y empresas de inserción.

Su origen se remonta a los años 70 del S XX, cuando emerge la economía solidaria como un modelo económico con una visión global de transformación social, constituyendo una forma de combatir la pobreza, la desigualdad y la ausencia de respeto por el entorno y seguir la de anteponer los intereses económicos al bien social y a la formación para el empleo y el trabajo, más no por azar, cono como correspondencia a un esfuerzo mancomunado, la colaboración, la apuesta decidida por este tipo de economía y a su espíritu de servicio hacia la sociedad, ya que materializa equidad, igualdad, inclusión, solidaridad e impacto social, mereciendo una especial relevancia por cuanto entraña la decidida intención de seguir avanzando en el objetivo de coadyuvar a modelos solidarios, emprendedores y pensar en grande.

* Rubén Darío Ceballos Mendoza. Jurista. rubenceballos56@gmail.com

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