Por: José Guillermo Claros Penna*

Es democracia, en sentido estricto, un tipo de organización del Estado en el cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante herramientas de participación directa o indirecta que confieren legitimidad a sus representantes, además de ser considerada como una forma de gobierno justa y conveniente para vivir en armonía. En una democracia ideal la participación de la ciudadanía es el factor que materializa los cambios, por lo que es necesario que entre gobernantes y ciudadanos establezcan un diálogo para alcanzar objetivos comunes.; y, es derecho, un sistema u orden normativo e institucional que regula la conducta externa de las personas, inspirado en los postulados de justicia y certeza jurídica, que regula la convivencia social y permite resolver los conflictos de relevancia jurídica, pudiendo imponerse coactivamente.

A propósito de lo definido, llama la atención que una y otro sufran inestabilidades, y hasta se llegue a comentar en distintos y calificados escenarios y tribunas de opinión por insignes tratadistas de la politología, que hor día viene siendo de común ocurrencia emplear la democracia para tomar el poder político y luego emplear el poder político para derrotar a la democracia, lo que perece ser cierto a la luz del decrecimiento en el mundo de la democracia, afectada en materia grave, entre otros procederes, por la manipulación de las elecciones a través del empleo de financiamientos non santos, así como por la violencia criminal y política contra los agentes participantes e instituciones establecidas, que son algunos de los métodos utilizados.

Salvaguardar la democracia debe ser un imperativo, lo que hace indispensable que todos, especialmente los jóvenes, se informen bien sobre que es la democracia, nuestra democracia; y, cuál debe ser su mejor rumbo, ya que en los tiempos actuales el hacer democrático ha sido utilizado en muchas partes por líderes carismáticos para acceder al poder político y después denigrar las mismas instituciones que permitieron su acceso a gobernar. Asunto que se agrava mayormente donde las instituciones, originalmente no dependientes, son débiles y gozan de bajo prestigio social, siendo iguales los derroteros en todos los confines, contenidos los cuales en el incremento muchas veces exponencial de dádivas sociales; dividir a la población entre menesterosos buenos y minorías rapaces; denigrar y desprestigiar las instituciones independientes.

El cambio en el corto plazo es muy exitoso porque se emplean los recursos generados e impulsados por el aparato económico existente, aunque no obstante eventual e invariablemente la productividad se afecte por la ausencia de institucionalidad y el régimen populista tiene que adoptar medidas de control para mantenerse, lo que lleva a repetirnos que se emplea la democracia para tomar el poder político y luego se emplea éste para derrotarla. En contra de la nación, potencial víctima del populismo, juegan los intereses de las cupulas y la desinformación de la mayoría, enseñándonos la realidad que los Estados pueden ser dirigidos y hasta controlados, en última instancia, por un sistema de normas jurídicas o por la voluntad de quienes ejercen el poder.

Un gobierno de leyes se traduce en instituciones, puesto que son ellas, las leyes, qué en cada decisión jurídicamente válida, construyen el territorio de todos, esfuerzo en el que es particularmente importante la institución que dice lo que es justo. Y entre las funciones encargadas a ésta, ninguna tan trascendente como la facultad de revisar la constitucionalidad de los actos de los otros poderes. Esa tarea es de tal importancia que sin ella la democracia misma no es posible.

Diáfanamente, el gobierno del pueblo, para el pueblo y con la intervención del pueblo se diluye si el pacto fundacional creado por esa nación no es la regla última que lo decide todo. Pues en ese caso, es otra voluntad política y no la soberana consignada en la ley fundamental la que resuelve el rumbo del Estado. Por ello, cuando el régimen atenta contra el entramado constitucional, con el pretexto que ellos entienden mejor la voluntad del pueblo, se disuelve la democracia, lo que indica que lo que menos interesa es la excusa que se emplee, ya que quienes atentan contra la democracia no tienen problema con presumirla. joseguillermoclarospenna@autlook.com

*Profesional en Ciencia Militares. Administrador de Empresas. Abogado. Candidato a Doctor en Derecho

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