Por: Iván Meneses. Periodista de investigación.
Cuando la temperatura en Barranquilla oscilaba entre los 35 a 37 grados, en una tienda del barrio Alto de los Robles, de Soledad (Atlántico) me encontré con la señora Blanca Isabel Machacón Padilla, quien reposaba del calor producido por las altas temperaturas que azotan a esa ciudad. Con 58 años de edad, la señora Blanca recorre las calles de la capital del Atlántico y del municipio de Soledad en ese departamento, vendiendo bolsas para la basura de distintos tamaños y a un precio accesible.
Hace treinta años todas las mañanas sale de su humilde vivienda ubicada en el barrio la Pradera al sur de Barranquilla, con el producto en sus manos, caminando de arriba a bajo con la esperanza de vender las bolsas, y así poder llevar a su casa algo de dinero para comer y tratar de pagar los servicios públicos, los cuales en repetidas ocasiones se los han cortado porque el valor de la factura llega muy alto y no tiene como pagarlos, precisó la señora Machacón.
Hace tres años una parálisis facial la obligó a quedarse un tiempo en cama, producida por cambios climáticos. Nos manifestó que, después de llegar a su casa sofocada se dedicaba a lavar la ropa y se duchaba. Su única hija quien también se dedica a la venta ambulante, pero de productos de aseo como desinfectantes y cloro, le tocó la rienda de la casa. Con la fe en Dios y gracias a él, Blanca Isabel superó la enfermedad y volvió a sus labores diarias.
“Cuando me va muy mal como un poquito de arroz con un poquito de queso rayado, pero cuando me va bien, como Zaragoza, pero casi nunca como porque está cara”, nos manifestó la señora Blanca durante la entrevista, y puntualizó que los gobiernos nacional y distrital, deben visitar a las familias que residen en los barrios vulnerables de la ciudad para censarlos y darles las ayudas que requieren.
Además, mencionó que el gobierno nacional y la alcaldía de Barranquilla han subsidiado con el programa de ingresos solidarios a familias que tienen recursos económicos y la mayoría gozan de una jugosa pensión. ¡Esto no es justo!
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