Periódico El Derecho

El verdadero desarrollo del lenguaje -que entendemos como la facultad del ser humano de expresarse y comunicarse con los demás a través del sonido articulado o de otros sistemas de signos; también del estilo y modo de hablar y escribir de cada persona en particular; de la misma manera, conjunto de señales que dan a entender algo, código de signos, conjunto de signos y reglas que permite la comunicación- es inherente en el ser humano sin importar el núcleo social, comunidad, colectividad o sociedad a la que pertenezca. Sin embargo, cada uno se asimila de forma distinta, incluso cuando se trata de un mismo idioma, dependiendo de las condiciones del contexto en el que actúa e interactúa.

La lengua es una tradición histórica, producto de un hábito social, que involucra a diversos miembros de un lugar y afianza los lazos ya establecidos. No obstante, la importancia de la lengua y la tradición oral no sólo se queda ahí, sino que se trata también de la imagen de un pueblo y su personalidad, lo que es evidente. El lenguaje refleja en gran medida la cosmovisión que se posee, por lo que es imposible separarla de la colectividad y de las representaciones sociales. Cada una de las palabras nos acerca más al descubrimiento de una cultura, sus sentimientos, formas de pensar, creencia, artes, política, religión, entre otros. De ahí que la lengua sea un compendió de significados, propios de un esquema de pensamientos muy particular. A partir de estos se van tipificando las experiencias y construyendo la representación de la realidad cultural.

Sabemos que la tradición oral ha existido desde la antigüedad y, con frecuencia, han sido el único medio para preservar y transmitir la cultura de un pueblo y por supuesto su historia. Sobre este último punto muchas veces se ha cuestionado la fiabilidad y el valor de la tradición oral, no obstante si bien no ha podido estudiarse de forma sistemática la tradición oral (debido a lo complejo de la misma), antropólogos lingüistas, arqueólogos e historiadores están conscientes de las grandes aportaciones que estas pueden hacer.

Para reconocer como valiosas estas aportaciones dentro del estudio de la tradición Oral, debemos de reconocer la necesidad de comunicación de los seres humanos para abandonar el aislamiento e incluirse a lo social, por lo que nuestras sociedades se fueron formando a partir del lenguaje oral, el antropólogo Walter Ong afirma que “con la oralidad nacemos todos los seres humanos; con la tecnología de la escritura no nace nadie”.

Hablantes y oyentes naturales vamos experimentando fenómenos que no se dan dentro del lenguaje escrito como el hecho de poder ser más expresivos y prácticos. La dinámica que permite la transmisión de conocimientos a partir de la oralidad nos permite el reconocimiento propio y del otro; este ejercicio hace legítimo y propicia el establecimiento de pautas de comunicación. Por otra parte, permite cabida a la memorización, requerida para la perduración de los conocimientos, habilidad que se ve negada dentro de la escritura y que a partir de la tradición oral involucra un reto más, debido a que se requiere del ingenio de quien transmite y su estado de ánimo.

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