Ruben Darío Ceballos Mendoza

Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza*

La justicia es principio moral que inclina a obrar y juzgar respetando la verdad y dando a cada uno lo que le corresponde. Una de las cuatro virtudes cardinales, que inclina a dar a cada uno lo que le pertenece. Es el derecho, la razón, la equidad. Es lo que regula la igualdad o equidad en la distribución de algo, y establece la proporción con que deben distribuirse las recompensas y los castigos; de ahí que una verdadera justicia haga relación a que un ciudadano no es ni será nunca virtuoso porque tenga deberes, sino porque los cumple; y un gobernante, también. La justicia no es un valor genérico: se dirige a todas las personas singulares o colectivas. No es repartir, sino respetar. Busca satisfacer el derecho de todos y llegar a cada uno. En referencia directa a las relaciones en el seno de la sociedad, es una virtud y, por ende, un bien social y como tal, es el conjunto de factores que permiten mejorar las condiciones materiales de vida de la población e incrementar su calidad de vida.

Las virtudes son excelencias, fuerzas. Una sociedad justa es una sociedad excelente, fuerte. No está la justicia para ser debida, sino para ser ejercida; por ello, se mueve en el plano del cumplimiento. La justicia no «cumple y miente». La venda en los ojos le impide favoritismos. La espada simboliza la fuerza inflexible de la letra de la ley (dura lex, sed lex); la balanza, el equilibrio, el razonamiento y la búsqueda de la justicia.

Cometidos son de la justicia procurar lo justo, basarse en hechos, medirlos y dictar sentencia con autoridad. Ejecutar su misión. Hechos y derechos no siempre caminan juntos. Los actos no siempre son rectos, y quienes esgrimen la espada pueden entregarla. Pervertido el derecho, pervertida la justicia. Es su objeto lo recto. El terreno de la injusticia es el de los actos que lesionan las relaciones humanas porque perturban el orden social. Lesionan el derecho. Hijo de la justicia es el bien común, que es el fin de la sociedad. Un bien que une. Tiene un carácter moral, trata con personas. No se reduce a ventajas o utilidades y constituye el criterio principal para juzgar el ejercicio de la acción política y, en particular, la acción del gobierno, que debe orientarse hacia él como aquello que la justifica. Desvío de dinero, abuso de poder, sobornos, tráfico de influencias, evasión fiscal, extorsión. La corrupción de lo mejor es lo peor.

Nos dice la historia que el Poder Judicial ha sido uno de los poderes menos sometidos al escrutinio público, por ser considerado como el más conservadurista, formalizado y jerárquico del sistema democrático, lo que desafortunadamente cada vez es menos a juzgar por los desmanes que en él y en su interior se cometen y las consecuencias que han generado, lo que impone un necesario y comprensivo análisis y reflexión sobre la calidad de nuestra justicia, camino a legitimar la democracia activa, especialmente porque viene sucediéndose entre nosotros una gran cantidad de casos de corrupción donde ha sido determinante la falta de una pronta y cumplida justicia.

Importante y urgente reflexionar sobre lo que la Justicia hace y ha hecho para hacer su función más abierta, transparente, participativa y colaborativa, como también lo que la sociedad civil y academia han adelantado o desearía promover en aras de su superior apertura; en lo que ayudaría sustancialmente la decidida participación y colaboración de la ciudadanía en el quehacer de la Justicia, a efecto de potenciar la eficacia y eficiencia en sus procesos administrativos y jurisdiccionales.

 rubenceballos56@gmail.com. *Jurista

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