Economista Omar Escobar

Ec. Esp. Omar Escobar

En 1917, triunfan los bolcheviques, liderados por Lenin e implantan el primer régimen socialista del mundo. Así mismo, en 1922, se erige la Unión Soviética, constituida por la unión de las repúblicas socialistas soviéticas. A mi criterio, las actividades de explotación económica, operaron bajo una economía capitalista “incipiente”, artesanal. Estos países, mediante una accionar político, estatizaron las principales empresas y fábricas del país, colectivizaron la tierra para crear asociaciones de granjeros productivos, pero eso no significo que haya manera de intercambiar productos, solo que el Estado como oligopsonio, no fue eficiente en la comercialización y asignación de precios, por tanto, se reflejó en una pésima distribución de los ingresos y pagos a los factores productivos, llevando a los productores a la ruina. El débil comercio interno como internacional de la antigua URSS, a raíz de la regulación de precios, la escaza capacidad de compra por parte del mismo Estado, sumado a la ineficiencia de los subsidios, conllevo a apagar por completo el surgimiento de una economía de mercado libre en los años 30 del siglo XX, tanto que la población recurría al trueque.

 El exabrupto ideológico de los planificadores centralistas, no permitió a sus burócratas decidir qué tipo de áreas de la economía se reservaba el Estado; si éste es capaz de controlarlo todo o de permitir hacer concesiones al sector privado?.  Era obvio que un país, más pobre que extenso, como lo era la antigua URSS en los inicios del siglo pasado, con una institucionalidad precaria, terminaría arruinada al tratar de controlar todo y a todos. Citando a Orlov (2016), afirma:

(…) la economía planificada centralizada era extremadamente ineficaz, con un gasto y pérdidas en todos los niveles. El sistema de distribución era tan inflexible que las empresas nunca tenían inventario suficiente. Eran buenísimos produciendo bienes de capital, pero cuando se iba a la manufactura de bienes de consumo, que requeriría mucha más flexibilidad de la que permitía la planificación centralizada, fallaba. También fallaba miserablemente produciendo alimentos, y se veía forzada a importar lotes de alimentos básicos. Funcionaba un enorme imperio militar y político, pero paradójicamente, fallaba en lograr algún beneficio económico de ello, gestionando toda la empresa en una pérdida neta.

Los líderes socialistas, dieron énfasis a la ideología revolucionaria, más no en consolidar una economía, enfatizaron en el gasto y la expansión ideológica en el mundo, lo cual los llevaría a un déficit fiscal. En suma, la opción de la dirigencia soviética ha favorecido la mantención de principios y mecanismos políticos de escasa flexibilidad y cuya ortodoxia deja poco espacio para incentivar una economía ajena a los supuestos de la planificación central.

Las reformas económicas (perestroika) de Mijaíl Gorgachov, carecían de información fiable, enfoque teórico, por tanto,  ahondaron la crisis y el precario sistema económico, llevo a la pobreza, expresándose en el resurgimiento del nacionalismo de las repúblicas que conformaban a la unión, es decir, el resquebrajamiento no fue económico sino territorial e ideológico. En 1992, cae su gobierno como la disolución de la Unión Soviética. El aspecto positivo, fue la glasnost, una política de transparencia informativa, que permitía la libertad de expresión y opinión, y contribuyó a la manifestación de pensamientos contrarios al comunismo dentro del mismo partido. Esto permitió a Boris Yeltsin, asumir el poder, entre 1991 y 1999.

Yeltsin, adopta “la terapia de choque o consenso de Washington”, enfocada a la privatización y la estabilización macroeconómica, pretendía liberalizar el comercio exterior, los precios y la moneda, reducir gasto público (altos impuestos y bajos subsidios) para controlar la inflación, y subió la tasa de interés, para restringir el crédito y estabilizar la moneda. Sin embargo las medidas dirigidas por el FMI, conllevaron a una recesión económica en los 90, según Marshal y Goldman, la recesión fue más grande que la “gran depresión” es decir, el remedio fue peor que la enfermedad. Tal fue la situación en Rusia que el periódico Izvestia, decía: “El presidente emite decretos como si no hubiese un Sóviet Supremo, y el Sóviet Supremo suspende decretos como si no hubiese un presidente”. Al final del mandato, la privatización surgió como un instrumento para dar vía libre a la acumulación de riqueza en pocas manos, principalmente de magnates de las finanzas, de la industria, la energía y las telecomunicaciones. Hoy en día, las finanzas de Rusia muestran indicadores favorables, gracias a los precios del petróleo y su moneda se equipara como divisa fuerte a nivel mundial.

Las interpretaciones de la realidad de los líderes o grupos de presión, a través de teorías o ideologías, se transforman en políticas de Estado, y son necesarias para la economía, pero el problema se acentúa cuando los principios políticos sean o no revolucionarios, se imponen a las necesidades de una economía que reclama la  eficiencia y la eficacia. El sistema económico no se dicta por decreto, es una necesidad material que surge o se elimina automáticamente. Líderes como Lenin, menospreciaron el mercado, dado a una débil interpretación de la realidad y al desconocimiento de su papel en la destrucción de las sociedades colectivas y feudalistas. En esos países, el sistema económico capitalista, reclamaba su cuota de poder, pero el sistema político lo ahogaba, a diferencia de lo que sucede en la actual China, que impulsa y motiva a las fuerzas empresariales estratégicas.

A comienzo del 40, China se constituyó como país socialista bajo un pensamiento ortodoxo, propuesto por Mao Tse Tung, en su plan: “gran salto adelante”, basado en la colectivización de la tierra, los medios de producción y hasta los instrumentos de trabajo, así como la planificación burócrata de la producción. Posterior a la muerte de Mao, en 1976, surgen corrientes socialistas ortodoxos y reformistas, entre ellas, una liderada por Deng Xiaping, quien asumió el mando entre 1978-1997, tenía una frase célebre: “no importa que el gato sea blanco o negro; mientras pueda cazar ratones, es un buen gato”. Fue el impulsor de varias reformas en la agricultura, la industria, el comercio y la internacionalización, que permitieron el desarrollo económico de la actual China.

La política de liberalización económica, de Deng, puede están enmarcada en competencia perfecta con autocontrol sobre las empresas públicas de China, pues permitió que las unidades económicas campesinas, entregaran parte de su producción al Estado y la otra parte, puedan vender en el mercado (gradualmente se desmontó). Posteriormente, se pasa de la descolectivización a la unidad familiar, se descentraliza las decisiones de producción, antes en manos en manos de los burócratas, ahora del productor, dando más autonomía a la unidad productiva individual como a las mismas empresas públicas de las provincias…con el tiempo se extiende a la industria y al comercio. 

El Estado disminuye su poder monopólico sobre la producción global, y toma algunos sectores estratégicos para concentrarse en las políticas económicas de largo plazo. El Estado, conserva la planificación de largo plazo de la economía, reservándose la decisión de permitir la apertura de empresas a los particulares nacionales como extranjeros, mientras que el Estado posee algunas empresas estratégicas en  comunicación, electrónica, transporte, finanzas e  hidrocarburos. Por otra parte, el papel del Estado se orienta a buscar crecimiento y estabilidad, es así como, en los 70, creo la zona económica especial en Shenzhen, impulsando la inversión extranjera privada, permitiendo que las exportaciones manufactureras crecieran un 85%, y el crecimiento económico oscilo entre el 10.2% y el 12,8% entre 1980 y 1995.

Bajo un gobierno demócrata y capitalista, no hay cambios radicales, sin embargo en China con un gobierno dictatorial, se permitió un cambio radical, tanto que en 2007, se promueve un amparo a la propiedad privada, es decir, que bajo dicho régimen, la producción de mercancías era una realidad, así sea dentro del mercado negro. Por ello, la transformación de China, va de abajo hacia arriba, desde lo económico hacia lo institucional.

Según el actual presidente Xi Jinping, China no será la fábrica del mundo, se enfoca en un modelo basado en el desarrollo tecnológico, científico,  sostenible, y con bienestar para su población, como lo señala en su plan de largo plazo: Made in China 2025. Como se puede observar, lo fundamental es el gato, no el color, lo fundamental es el sistema económico, no el nombre del sistema.

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