Por: José Manuel Herrera Villa*

Una grande cruzada en la que participemos todos contra la corrupción debería y tendría que ser meta cierta de todo buen ciudadano. Que interesante fuera que en este propósito se pasara con inmediatez a la acción. Que no se repitieran solo frases de combate contra la corrupción por parte de quienes están directamente llamados a su control, sino que actuaran respetando la independencia de las funciones del Estado, y no que hablen de recuperar el terreno perdido en este aspecto, sino se comprometan a avanzar en una cultura anticorrupción, en la verdad que la corrupción es, además de un problema de las personas que llegan al poder, también del sistema.

Corrupción, personas y política es asunto qué tenemos que observar y seguir sin romanticismo. En el todo de la política, como en lo demás, los individuos actúan en búsqueda de beneficiarse personalmente. La diferencia es que en la política las decisiones afectan el bolsillo de otros. Políticos y burócratas son personas con el mismo potencial para el bien y el mal que el resto de los ciudadanos, pero, a diferencia del resto, tienen poder discrecional para tomar decisiones sin asumir el costo de sus consecuencias.

Tenemos que entender que mientras mayor es el tamaño y la envergadura del Estado, mayores son las tentaciones y oportunidades para cometer actos de corrupción. Conforme aumenta el presupuesto general del Estado y se multiplican leyes y regulaciones, el alcance de políticos y burócratas hacia cada vez más áreas de nuestras vidas, también aumenta su poder para exigir prebendas a cambio de favores, lo que no puede ser más, toda vez que es tanta su negativa incidencia que en cualquier momento podemos colapsar como sociedad; razón la cual por la que los políticos que realmente quieran controlar este devastador flagelo de la corrupción, más pronto que ya deben proponer un gobierno limitado mediante reformas que reduzcan el gasto público a lo más mínimo necesario para que se cumplan de la mejor forma y manera las funciones más esenciales del Estado.

Lo mejor en esto es prevenir la corrupción, ya que lo robado, robado se queda, pues recuperarlo, es misión complicada, por no decir que imposible. Es sumamente difícil seguirle el rastro al dinero y si algo se recuperara, no será ni siquiera de lejos próximo al monto del perjuicio. La mayor parte de los recursos robados sufren despilfarro. De otra parte, los servidores públicos en un modelo que fomente la búsqueda o captura de rentas del sector público seguro que tomarán decisiones de inversión pública no respecto de lo conveniente para la comunidad, sino respecto de lo que en su entender tenga la mayor posibilidad y probabilidad de generarles superiores dividendos.

Decir que mejorará la justicia y se combatirá la corrupción sin abordar la raíz de una estructura estatal en la que abunda la discrecionalidad para usufructuar del dinero de otros, equivale a decir que iremos a algina parte sin pensar siquiera en ir a dicho destino. jomahevi@gmail.com *Profesional en Administración y Finanzas. Especializado en Auditoría Integral

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