Por: José Manuel Herrera Villa*
Es el tejido, integración o cohesión social, un elemento fundamental para garantizar la gobernabilidad y el bienestar de los habitantes de una entidad territorial, al reflejar el grado de pertenencia, solidaridad y cohesión existentes en un grupo de individuos; de ahí que tengamos para alcanzar ese objetivo, avanzar como comunidad para construirlo lo más fuerte posible, a fin de permitirnos adaptarnos a las nuevas condiciones que nos imponen las crisis, debiendo en consecuencia asimilar nuevos comportamientos y hábitos para facilitar nuestra convivencia, paso importante de cara a las realidades que nos plantea del día a día.
Cada día trae su afán reza el refrán popular y las crisis y emergencias que se suscitan de manera permanente nos dicen que el hoy es distinto a todo ayer, los problemas continuarán su avance si no aprendemos de las lecciones de las crisis, siendo la principal la inequidad, aspecto que siempre estará poniendo a prueba la solidaridad humana; circunstancia donde cada uno de nosotros puede aportar mucho para que la colaboración civil sea un factor de apoyo determinante que surja desde nuestros vecindarios, barrios, comunas y localidades para que la equidad sea una norma comunitaria impulsada por todos.
La contribución de cualquier sociedad debe ser la formación de vínculos comunes que siente las bases de objetivos y metas para mejorar las condiciones de vida de todos y cada uno de los asociados. Son crisis y emergencias oportunidades para probarnos y probar que, como sociedad, podamos establecer una ruta en común dirigida hacia la prosperidad y las oportunidades para todas y todos. Esta coyuntura puede ser el trampolín ideal para que, calle por calle, tengamos una comunicación más cercana y una colaboración más amplia.
Es condición de una sociedad preparada y resistente a imprevistos camino a mejorar siempre de manera permanente y continua, modificar la escala de prioridades, así como reflexionar sobre la importancia de muchas otras tantas cosas, tales como el uso del tiempo, la manera en que nos relacionamos con los espacios, la relevancia de llevar una vida sana, factores determinantes para el mañana y generaciones por venir. Incluso, la forma en que usamos los espacios públicos y ocupamos vías de transporte pueden tener un impacto positivo en las condiciones del medio ambiente. Cuidar el agua, evitar incendios, prepararnos para enfrentar los cambios extremos del clima, significan la manera en que ayudaremos como ciudadanos a conservar los territorios que habitamos.
Necesitamos cambios relevantes, vivir de forma más responsable nosotros y nuestro entorno, pensar siempre de manera positiva, focalizarnos más al bien común, así como dejar de lado vicios y actitudes que en nada nos ayudarán como comunidad. Requerimos arriba el ánimo como un indicador social a tener en cuenta, a efecto de ayudarnos a modificar todo asomo de negativismo; de la misma manera, conectarnos en muchos sentidos con distintas generaciones, cuidar más la niñez, impulsar una cultura de equidad y respeto hacia la mujer, indicios que estamos en ruta a procurarnos beneficios sustanciales.
Socialmente tenemos que velar por nosotros mismos y por los demás, así como buscar las condiciones mayormente propicias que permitan superiores contacto humano, clave para vivir mucho mejor en comunidad y tejernos más en contexto de excelencia.
*José Manuel Herrera. Profesional en Administración y Finanzas. Especializado en Auditoría Integral. Formulación y Evaluación de Proyectos de Desarrollo. jomahevi@gmail.com