Carlos Villota Santacruz

Por Carlos Villota Santacruz*

Lo interesante de la política es leer la Colombia de hoy, a menos de un mes de la cita en las urnas el 13 de marzo de 2022, cuando se definirá a través del voto (con el reto de derrotar el sufragio en blanco y la abstención) la integración del Congreso de la República (Senado y Cámara)

En el caso de los ciudadanos, este escenario de se resume en esperanza y miedo. En el caso de los aspirantes a los cargos públicos, incluyendo a los precandidatos presidenciales que rompen un récord en su número (más de 20).

De acuerdo con las últimas encuestas el izquierdista Gustavo Petro tiene el 27 por ciento de la intención de voto, seguido por el 26 por ciento del voto en Blanco y Rodolfo Hernández el 21 por ciento.

Leer este sondeo de opinión, en el caso de los aspirantes a suceder a Iván Duque, a partir del 7 de agosto, se concentra en diseñar las estrategias correctas en materia de comunicación política.

No es de extrañar, en el caso de Hernández que su apoyo ciudadano supere los dos dígitos. Un hecho político es igual o superior, comparable a lo que sucedió en la carrera a la Casa Blanca en los Estados Unidos con Donald Trump.

En otras palabras –lo dicen sus homólogos, el sector empresarial y compatriotas-  Hernández, se eleva como un competidor serio a la Casa de Nariño que en sus palabras, quiere convertir en un Museo.

En este análisis, surge una pregunta.  ¿si la segunda vuelta presidencial es entre Gustavo Petro y Rodolfo Hernández los colombianos por quién votarían? De 9 de 10 ciudadanos consultados dicen que votarían por el ex Alcalde de Bucaramanga. Una respuesta que ni siquiera se piensa, sino que surge de manera espontánea.

Es decir, una respuesta del colombiano promedio –con alta presencia de migrantes de venezolanos- 1.700.000- hasta donde pude llegar la campaña presidencial de Rodolfo Hernández, en medio de una campaña atípica que se resume en que no tiene estructura. No tiene jefe de prensa, no tiene oficina y no tiene sede política.

En este sentido, en las calles de Bogotá, Cali, Pasto, Cartagena o Barranquilla los ciudadanos hacen otro interrogante: se sabe, ¿Cuál es el argumento de Rodolfo Hernández para no ir a una consulta interpartidista como sucederá con las coaliciones de derecha, centro e izquierda el 13 de marzo? Un desafío que le formuló Rodolfo Hernández a Gustavo Petro. “Su argumento fue; porque no quiere robarles esa plata a los colombianos”

Otras de sus propuestas, es que no va hacer alianzas con los políticos tradicionales por puestos, ni tampoco pretende que le devuelvan dinero por votos porque no le va a robar esa plata a los colombianos.

Esa forma de hablar, en medio del lenguaje popular que un país sumido en la corrupción, la pobreza (22 millones de ciudadanos en la pobreza absoluta. 7 por ciento en la pobreza extrema) e inseguridad en los más altos niveles en Bogotá, Cali, Ibagué y Pasto, demuestra la complejidad del panorama político en Colombia, al terminar la primera quincena del mes de febrero de 2022. Un hecho, que no estaba en los cálculos de nadie y que tiene contra las “cuerdas a los partidos políticos, los candidatos y los mismos ciudadanos, que sumergidos en una total incertidumbre y con un alto costo de la canasta familiar”

En el mes de julio de 2021, la derecha peruana perdió las elecciones con el izquierdista Pedro Castillo por su fragmentación. En aquella ocasión, se presentó mucho crispamiento y mucho ego en la derecha. En el caso de Colombia por lo que se percibe, está pasando lo mismo. “Si gana la izquierda en las elecciones de marzo y mayo en el país, el problema no es que gane, si no que aplicarían su accionar público. Aquí estamos. Aquí nos quedamos. Y paso en Cuba. Nicaragua y Venezuela”.

Despolitizar la justicia.

Otro gran reto del próximo presidente de los colombianos y del saliente Jefe de estado Iván Duque, es la urgencia de despolitizar la justicia. No es comprensible que los magistrados de las altas cortes deban posesionarse ante el ejecutivo. Tampoco el primer mandatario tenga injerencia en su elección como ocurre en la rama de la justicia representada en la Fiscalía, Procuraduría y Contraloría.

A esta política pública, les preocupa a los colombianos que la impunidad en la solución de los casos ante la justicia sea una constante en medio de la virtualidad que aparece en el horizonte del Estado que podría descongestionar los despachos de los juzgados.

Si se miran algunas cifras, tres décadas atrás Bogotá tenía unos 5 millones de habitantes. Tenía 32 jueces. Ahora la capital colombiana tiene 11 millones de habitantes. Tiene 52 jueces. Este hecho se traduce, en una acumulación exagerada de pleitos en los juzgados, al punto que están represados de 1,000 a 10.000 casos por resolver.

Derrotar la corrupción, a través de una reforma política

El gran problema de Colombia en el siglo XXI no es la reducción del tamaño del Congreso de la República, sino derrotar  la corrupción, a través de una reforma política –con un referendo- que sean los ciudadanos los que voten. La razón. El cuerpo legislativo no es capaz de hacer las reformas que necesita el país en materia laboral, pensional, agraria y de justicia.

Este mecanismo de una reforma política, con el concurso de un referendo, permitiría elevar la confianza en los jóvenes, las mujeres y las personas mayores de 50 años, que hoy están desempleadas o han salido por la puerta de atrás del aparato productivo.

Con ese mandato ciudadano, quién gane la presidencia podrá formar al Congreso y las altas cortes –como ocurrió en el 2022 en el primer Gobierno del ex presidente Álvaro Uribe Vélez.

No en Vano, se hace prioritario volver al sistema de lista cerrada para hacer la elección de los dignatarios del Congreso de la República sino de Concejos y Asambleas. En esa línea, hay que acabar con el financiamiento privado de las campañas. Tener campañas más cortas con financiamiento público. También se debe recuperar el Senado regional. Esta fórmula de elección, abarataría sustancialmente los costos de las campañas políticas. En el país –a un mes de la cita en las urnas- hay campañas que pueden costar 15 mil millones de pesos al senado.

Aquí ruge otra pregunta en mi calidad de consultor político. ¿Qué hace un senador del caribe colombiano, recogiendo votos en Nariño o el Putumayo? Lugares que no conoce. Volver al senado regional es de suma importancia para salvar y fortalecer la democracia.

Racionalizar el gasto público.

Finalmente, es oportuno considerar la eliminación de las Contralorías departamentales y municipales. Es necesario racionalizar el gasto público alrededor de ciertas entidades de la administración pública que no cumplen ningún papel que son fruto de la politiquería.

Quizá en lo que resta de campaña política, se escuche más propuestas y menos agresiones por parte de los candidatos al Congreso y a la presidencia. De lo contario, el país podría entrar en un salto al vacío de ingobernabilidad, gobernanza y diálogo ciudadano. Todo por cuenta, que el próximo Jefe de Estado no tendrá las mayorías en el cuerpo legislativo. Esta ha sido una campaña de coaliciones que se pueden romper en cualquier momento. Si no miremos a los países vecinos lo que les paso: Venezuela y Perú. Sumidos en una profunda crisis política, económica y social. A propósito de este comentario usted que piensa.


Carlos Villota Santacruz. Internacionalista, experto en marketing político. Marketing de ciudad. Comunicador Social y Periodista. 

Escritor. Coautor de los libros “Gobierne bien y hágalo saber”. “Los estadios de la Paz en Colombia” y “El Zumbido de la Justicia en la pospandemia” 
Twitter @villocol E-mail villotasantacruzcarlos@yahoo.com.co

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