Periódico el Derecho
En los últimos 4 lustros, los ecosistemas en los órdenes financieros global y latinoamericano, han enfrentado retos sin precedentes, como han sido la universal pandemia, sus circunstancias y consecuencias, guerra Rusia / Ucrania, que ha obligado a que más inversionistas comprendan la importancia de la inversión ambiental, social y de gobernanza. Las amenazas globales imprevisibles, conocidas unas, por manifestarse otras, han creado gigantescas pruebas de resiliencia en todo el planeta; de ahí la obligación de darse a la tarea inaplazable de transformar estas emergencias consignadas en demandas sociales, desequilibrio económico, guerras y cambio climático, en una oportunidad para crear una sociedad más segura, sostenible y equitativa, lo que debe ser prioridad importante y urgente para el ser humano.
Antes de la triple emergencia sanitaria, económica y social, lograr la financiación necesaria para el cumplimiento de los ODS, parecía tarea imposible, pero, existía la decisión y convicción que se alcanzaría. Sin embargo, la recuperación de los flujos de inversión en los sectores relacionados con los ODS en los países en desarrollo, bajaron durante la pandemia en casi todos los sectores y los montos de inversión suscritos a los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, en los países menos desarrollados, disminuyeron notablemente dada la situación de emergencia.
De ahí que urja un sistema financiero global óptimo que canalice el capital y la inversión hacia productos y servicios que beneficien a las sociedades y economías sin que nadie se quede rezagado, abriendo las sendas para un trabajo colaborativo, e inspirador.
De otra parte, el Foro Económico Mundial identifica como riesgos para la economía, asuntos como el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad, las crisis relacionadas con el agua o las enfermedades infecciosas, cuestiones que los ODS buscan solucionar, teniendo en cuenta que la emergencia climática es clave para el futuro de la humanidad. En este marco, la inversión sostenible es vista como factor principal para reevaluar las finanzas modernas, dadas las oportunidades que abre la inversión con impacto positivo desde la Agenda 2030 y sus 17 ODS.
Necesario es entonces invertir en tecnologías para lograr estructurar una economía global cero emisiones; muchas de las cuales están en desarrollo, pero no alcanzan un nivel de competitividad, como el hidrógeno verde, área que se debe planificar con urgencia suma. Los recursos para avanzar en estas nuevas tecnologías e investigar sobre ellas, es una de las oportunidades de inversión más esperanzadoras, para salir del círculo pernicioso de mayor crecimiento y más contaminación.
La Agenda 2030, es sin duda un valioso manual y guía para los inversionistas y líderes empresariales, a efecto de priorizar estrategias corporativas en función de los ODS, consolidar su relación con sus grupos de interés, y movilizar la transformación hacia un sistema financiero sostenible que contribuya a una menor volatilidad de los mercados, a la viabilidad a largo plazo de las inversiones y a ayudar a proteger la economía global, de episodios de tan fuerte inestabilidad como los que el mundo aún está padeciendo.