Ruben Darío Ceballos Mendoza - jurista

Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza*

El desarrollo económico local o desarrollo regional como también se le denomina, tema que hace parte de mis preocupaciones y sobre el que me he referido desde esta columna hace ya varios años, puede definirse como un proceso de crecimiento y cambio estructural que, mediante la utilización del potencial de desarrollo existente en el territorio conduce a elevar el bienestar de la población de una localidad o región. La teoría del desarrollo regional bien conocemos se encuentra soportada en los mismos fundamentos que la teoría del desarrollo nacional, pues ambas forman parte de un cuerpo de conocimientos más amplios e intentan explicar las mejoras a largo plazo en el bienestar de un territorio que vive en cierto espacio geográfico.

Es el desarrollo regional un proceso de cambio socioeconómico y ambiental de tipo estructural, cuyo central objetivo es la mejoría en el bienestar de la población de un territorio y la reducción de las inequidades socioeconómicas bajo un enfoque de sustentabilidad, que involucra la ampliación de las capacidades y oportunidades productivas, socioculturales y políticas de la sociedad.

Sobre nuestras regiones tenemos que generar un superior conocimiento respecto del potencial de desarrollo económico y social que poseen y definirles su respectivo marco teórico en el entendido que unas se encuentran mejor preparadas que otras y así aprovechar de superior manera su potencial de recursos naturales, humanos y materiales, conviniendo una revisión de las principales corrientes teóricas dentro de la economía regional, como son las de convergencia, divergencia, crecimiento endógeno y los nuevos enfoques de análisis regional, así como una escala de análisis para la instrumentación de políticas públicas, De igual forma, abordar la perspectiva espacial general y hacer una revisión de las regionalizaciones más representativas, algunas singularizadas por criterios de vecindad o de homogeneidad económica, otras de orden funcional y hacer énfasis en las de planeación socioeconómica.

Igualmente correspondería una evaluación de la planeación de la trayectoria económica de las regiones estatales, ya que la medición cuantitativa permite elaborar un estudio comparativo de las regiones y generar una tipología para ubicar la situación de cada región dentro de un comparativo nacional; de esta manera, bien puede hacerse una evaluación demográfica y su asociación en la generación de la riqueza; elaborar otros índices de utilidad en el análisis regional como el cociente de localización, el coeficiente de especialización, el de base económica, el cociente de variación y el de competitividad regional, entre otros.

Interesa en todo hacer referencia al potencial de desarrollo económico de las regiones mediante una regionalización funcional, a fin que se articulen a partir de sus principales centros los cuales cuentan con un área de influencia que en general cubren casi la totalidad de la unidad administrativa, son o están enlazadas por las principales vías de comunicación terrestre y cuentan con un umbral poblacional que les otorga un potencial económico, que permitiría a partir de ellas, disminuir el rezago social del Estado.

Es de tener en cuenta igualmente su desarrollo económico y potencialidades, lo que nos da una visión que facilita una valoración de posibilidades a partir de su sistema territorial que en su conjunto albergan un porcentaje importante de población regional y son normalmente los ejes articuladores del subsistema, lo cual permite revisar a fondo los niveles de marginación y disminuir las tasas de migración, que las colocan en situación de subdesarrollo acumulativo.

*Rubén Darío Ceballos Mendoza. Jurista. rubenceballos56@gmail.com

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