Ruben Darío Ceballos Mendoza

Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza*

La vida cotidiana que llevamos y que bien sabemos no es la mejor, de no establecerse los correctivos pertinentes, siempre se hará difícil en un país como el nuestro, aletargado en muchos aspectos, conforme muchas veces con lo que le sucede y caminando torpemente hacia un futuro que quisiéramos positivo, pero que no pareciera prometedor. Está presente sin embargo ese porvenir en nuestras vidas, y no podemos dejar que se hunda bajo ningún punto de vista o peregrina consideración en la desesperanza.

La esperanza en un país como el nuestro, debe empezar ante todo en el hogar, con las personas más cercanas, lo que igual y por si mismo debe aplicar para nuestro círculo de amigos inmediato y de trabajo. Cuando las cosas van mal, o no del todo bien, consiste en creer que alguna razón oculta habrá que nos develará su beneficio más adelante. Todo debemos tratar que sea para bien y todo debe tener una razón que nos debiera ayudarnos a ver, tras los golpes y las vicisitudes, las oportunidades.

Tenemos que mejorar. No estamos bien. Hay violencias, hambre, inseguridades, desnutrición, así como mil y más falencias y flagelos que pululan por doquier; lo que impone para todos que sembremos las cosas mejores, sin importarnos que otros recojan las cosechas y reciban los beneficios más adelante. Y los recibirán, ojalá a manos llenas, si sembramos el bien, lo bueno, mejor y superior en lo que hagamos y es de lo que debe tratarse, en la seguridad que ganaremos todos.

Se percibe un pernicioso estancamiento, lo que no está para nada bien. Pareciera que nos hemos resignado. Que no hay más nada hacia adelante. Que solo la principal necesidad es la económica y que mientras no se cubra bien poco importan otras cosas, y tenemos que conformarnos con sobrevivir, lo que es craso error, toda vez que a la par con lo económico, hay muchos otros desarrollos que deben consolidarse en contexto de una sana y potente integralidad, independientemente que muchas y más sean las coyunturas difíciles a superar; a la par de entender y comprender que aunque la realidad que viviendo estamos sea dura, hay un faro de bien que debemos lograr que expanda su luz y nos ilumine el camino, en la certeza que el solo hecho de ser y existir es en sí mismo un bien apreciable.

Las generaciones por venir deben recibir un mejor país, sembrado con nuestro sacrificios, esfuerzos y emprendimientos. Intentos todos que deben darnos beneficios. Obligados estamos a pasar este país de un estado convaleciente, a otro recuperado, fuerte y vigoroso capaz de poderlo todo; la esperanza no puede morir, pues ella ayudará a salvarnos; de ahí que requiramos de bondad, solidaridad, fraternidad, esfuerzo, sacrificio, ya que en todo lo cual hay vida y luz. Es ir y apostar por lo humano, cambiar y transformar nuestra sociedad en la profundización de los valores más trascendentes y en lo material. Es crecer. Aportar iniciativas, lo mismo que mejorar económica y socialmente, que es sin duda una necesidad grande.

*️⃣Jurista. rubenceballos56@gmail.com

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