MÉDICO HERNANDO RAFAEL PACIFIC GNECCO

Por: Hernando Pacific Gnecco*

Es un problema casi desconocido y creciente, a veces mal entendido y peor manejado; la OMS empieza a preocuparse. Muchos facultativos están expuestos a situaciones laborales extremas: estrés intenso, horarios extendidos permanentemente, poco descanso, alejamiento de la familia, salarios insuficientes, grandes obligaciones monetarias y otras exigencias que algunos sobrellevan apelando a los psicofármacos: café, bebidas energizantes, alcohol, tabaco, ansiolíticos, opiáceos, cannabis y cocaína, principalmente; el agotamiento extremo (“burn out”) hace estragos. Son más vulnerables quienes tienen fácil acceso a fármacos potentes y altamente adictivos: anestesiólogos, intensivistas, enfermeros o farmacéuticos, sin olvidar otras profesiones como cirujanos o urgenciólogos. El Trastorno de Consumo de Sustancias (TCS), así lo llaman, tiene importantes secuelas negativas; hay un deterioro progresivo de la salud física y psíquica, síndrome de abstinencia, trastorno de ansiedad, depresión y muerte por sobredosis o suicidio. Son elevadas las tasas de ruptura familiar, violencia y divorcio, además de graves conductas delictivas.

El uso ocasional y recreativo de, por ejemplo, alcohol por fuera de horarios laborales, tiene mínimas o nulas implicaciones. El uso en el trabajo, el abuso permanente o la franca adicción a cualquier psicoactivo compromete la calidad de la práctica profesional de esas personas. Más allá de conocimientos amplios y permanentemente renovados, el ejercicio de las profesiones sanitarias exige poner a disposición del paciente total discernimiento, dedicación, diligencia y prudencia, lo cual se traduce en un alto grado de responsabilidad con la salud y la vida de las personas que confían en ellos; quienes no están en pleno uso de sus facultades físicas y mentales representan un peligro inminente para sus pacientes. Los expertos consideran al TCS como un importante problema de salud pública y un grave problema ocupacional.

Por ello, se estima que las adicciones en los profesionales sanitarios traspasan los límites personales para convertirse en un asunto laboral y social de sumo cuidado; la detección precoz, el tratamiento eficaz y la rehabilitación son críticos. En tales casos, existen algunas dificultades, a veces infranqueables: fácil acceso a psicofármacos, no reconocer el abuso o la adicción, no pedir ayuda oportuna, demorar el inicio del tratamiento o no adherirse, lo cual complica el pronóstico. No obstante, los resultados terapéuticos en estos pacientes son superiores a los de la población general, en buena parte por el entendimiento de la enfermedad que ellos tienen. En cuanto los profesionales sanitarios con TCS aceptan el tratamiento y se adhieren, se logran cifras de abstinencia permanentes del 70 al 80%.

Diferenciemos entre el “sick phisician” (médico enfermo tratable) y el “impaired phisician” (médico impedido); se dificulta mucho autorizar el reintegro a sus actividades profesionales a este último, mientras que el primero, una vez supera su trastorno, puede volver a ejercer sin inconvenientes. El “impaired phisician”, aun habiendo cesado su consumo, puede tener alteraciones de tal magnitud que afectan la cognición y la voluntad, desencadenando cuadros psicopatológicos en los que el juicio de la realidad o la conducta estén tan alterados que significan un enorme riesgo personal o profesional. En este punto, el papel del terapeuta es crucial; puede requerirse la suspensión temporal o definitiva del ejercicio profesional. A veces, los profesionales no son conscientes de su enfermedad; quienes los detecten deben informar a sus superiores, a la familia o a los colegios médicos con total discreción. La necesaria confidencialidad no es la ley del silencio.

Guardar reserva del TCS en estas personas es fundamental. Desde hace más de 50 años se vienen creando centros especializados para tratar discretamente a los profesionales sanitarios. Muchísimos facultativos competentes que caen en los TCS regresan normalmente a sus actividades después de superar tan difícil situación. Pero es necesario vencer las resistencias para dar ese paso y el estigma social que podría generar. Como mencioné antes, la probabilidad de éxito terapéutico es bastante alta, no obstante ser uno de los retos más complicados de los psiquiatras adiccionólogos. Además, las asociaciones al estilo de Alcohólicos Anónimos y el apoyo familiar son ayudas significativas.

*Médico Cirujano. Especializado en Anestesiología y Reanimación. Docente Universitario. Columnista hernandopacific@hotmail.com

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