JOSÉ MANUEL HERRERA VILLA

Por: José Manuel Herrera Villa*

Desde hace ya mucho tiempo estamos viviendo tiempos de preocupación. Tenemos una ciudadanía que se debate entre quienes piensan que todo va bien y los que siguen sosteniendo que todo tiempo pasado fue mejor. Pero resulta, a juzgar por los hechos, que no es el tiempo la medida más adecuada para aplicar al concepto de los años conjugados, testigos de la historia, pero en decir de muchos, no es el tiempo un elemento que la haya modificado. Hoy por hoy interesa, casi siempre más, el tiempo actual, la preocupación actual y la posibilidad de mirar con ilusión hacia el porvenir. Lamentablemente los tiempos que estamos viviendo, repito, son preocupantes. Se ha instalado la violencia en la sociedad. Peleas por doquier. Palizas. Muertes violentas, alimentada por celos o envidia, que dan idea del mucho odio que envenena a las personas.

La juventud no tiene empleo ni trabajo, pero además de exigir gratuidad en todo, más dinero y diversión, organiza rumbones, alcoholiza el cuerpo, atrofia el alma, reta el orden legal y diluye sus virtudes, entre el desorden, el ruido y la estridencia de todo orden. Ruge en las calles, Son atrevidos e incendiarios. Muchos otros en estos tiempos, se toman por asalto propiedades ajenas, al dejarlas (si las dejan), las destrozan. Pintan las calles y las paredes con mal gusto. Tachonan las fachadas urbanas. Mezcla son de locura, rebeldía e iconoclastia. Las leyes no existen para ellos o se aplican tarde y con suavidad de niña delicada. Sobreabunda el estilo de lo bueno y la práctica engañosa al imitarse el avestruz en peligro.

Falta educación. Sobra la violencia psíquica y física. Faltan padres educados que sepan educar. Que aprendan, de una vez por todas que, educar no es solo enseñar ciencia y la cultura. Hay muchos doctos, por el mundo, que son unos auténticos sinvergüenzas e, incluso, criminales. La historia canta. La educación que da frutos, de verdad, es la familiar, con el consejo y el ejemplo, con la moral, el amor, el respeto y buenas costumbres; con aquello que, antes, llamábamos urbanidad y civismo.

Estamos llenos de violencia familiar e intrafamiliar, de lenguaje soez, repletos de groserías, deslealtades, felonías y traiciones. De infidelidades, de tuteos irreverentes e improcedentes. Hoy se ningunea a quienes merecen respeto. Antes se decía, de los mayores el consejo, ahora se practica aquello que, del viejo el dinero y si estorba, al asilo. La buena educación habla de, con su permiso; buenos días, tardes y noches, pásela bien, buen provecho, ¿cómo está usted?; y, demás formas de respeto. Educación de calidad. Nunca de menosprecio. Falta que nos hace una mejor y superior educación. Corregimos el rumbo o camino a la disolución cómo sociedad estaremos. Cambiamos para bien o nos cambian para lo malo y lo peor.

*José Manuel Herrera Villa. Profesional en Administración y Finanzas. Especializado en Auditoría Integral. Formulación y Evaluación de Proyectos de Desarrollo.jomahevi@gmail.com

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