Por: Álvaro Beltrán Pinzón.*
Uno de los efectos más visibles de la pandemia por COVID-19 se aprecia en el incremento en el uso de los medios virtuales como mecanismo de especial relevancia en el ámbito de la educación, las relaciones comerciales, los asuntos laborales y, por supuesto, en el entorno social. Formas de encuentro con menores posibilidades de interacción directa, que pueden traducirse en repliegue hacia la introspección y la soledad.
Cambios que se están viviendo y que la influyente publicación The Economist ha sintetizado en veinte puntos, en un informe llamado “El futuro que nos espera”, entre los cuales se destacan: la adopción preponderante del trabajo a distancia; el cierre de oficinas en un alto porcentaje; la desaparición de grandes convenciones y el auge de foros virtuales; los nuevos espacios que se hacen necesarios en los hogares; la medición de los rendimientos productivos a través de plataformas inteligentes; la seguridad de que la educación nunca volverá a ser igual y acogerá un modelo tecnológicamente adaptativo; la reducción de virus y bacterias; la sustitución de ropa formal por prendas casuales; la migración de los negocios a operaciones en línea en proporciones cercanas al 50%; el auge de inéditos modelos de información y de noticias; y la reorientación de las metas de desempeño, salud, dinero y, principalmente, espirituales de las personas.
Por su parte, el papa Francisco ha sido categórico al manifestar que, por encima de la hiperconexión del mundo, lo que puso al descubierto la pandemia es una profunda fragmentación de la población y la dificultad para resolver los problemas de manera conjunta. Así lo ha consignado en su tercera encíclica Fratelli Tutti.
Resulta evidente que en esta centuria se está definiendo una particular caracterización y todo indica que el vaticinio de la mencionada revista tendrá cumplimiento en cuanto hace referencia a la preponderancia de la innovación, la tecnología y del pensamiento complejo, y en la advertencia según la cual quien persista en continuar haciendo lo mismo sin replantear sus actividades y actitudes irá directo al precipicio. Es el momento de descubrir caminos y de emprender insospechadas rutas individuales y colectivas.
_______________________ *Álvaro Beltrán Pinzón. Ingeniero de profesión, reconocido constructor, ex rector de la Universidad Industrial de Santander y ex gobernador de Santander, entre muchos otros cargos que ha ocupado y actividades que ha ejercido en Santander y en Colombia. abpopinion@hotmail.com