Por: José Manuel Herrera Brito
Significativo y loable será siempre fortalecer las democracias, activarlas, profundizarlas y de paso acabar con su desencanto, lo que es fundamental en sociedades que quieren desarrollos mejores para los suyos y sus territorios. En política siempre debe estarse, toda vez que es ella determinante de la suerte de los pueblos y no deben los ciudadanos hacer dejadez de ninguna naturaleza respecto de su quehacer. Es norma general y evidencias cunden, que cuando la ciudadanía se aleja de la política, se fortalecen las élites y el grupo o grupos de personas que desean asumir para si el control territorial.
Y sin importar cuál sea el número de ciudadanos pendientes de la toma de decisiones, quiéranlo o no se toman ellas casi siempre en contra del deseo y querer mayoritario. De ahí que, a pesar de vivir en un sistema democrático, si no participamos activamente (no basta solo votar) y no somos exigentes con sus representantes, lo que no nos gusta ni nos favorece jamás ni nunca cambiará. Importa en ello los contrapesos y uno esencial es una comunidad bien informada, activa, exigente y al tanto de lo que acontece en la vida pública de sus territorios. La brecha entre la ciudadanía y la toma de decisiones ha aumentado de manera considerable, al existir la fementida especie que la política es un asunto de políticos, que las personas que en ella se insertan tienen malas intenciones o son corruptas; lo que genera desánimo y extendido está la percepción y el pensar que es una actividad de suyo insulsa y perversa.
Tenemos que entender, léase bien, entender que constituye un desafío bastante serio renovar e innovar la actividad política, con el fin que los ciudadanos acorten la brecha entre las decisiones públicas y su diario acontecer. Esto por cuanto existe en realidad y verdad un inmenso desasosiego en el mundo respecto de la política y los políticos tradicionales, lo que invita a actuar, remozar su ejercicio desde la nobleza y las mejores intenciones, ser creativos, refrescarla, vigorizarla, potenciarla, vitalizarla.
Requerimos una honesta generación política, dinámica, que impulse, fomente, implante, plantee e implemente nuevos códigos en el hacer y quehacer político, importando apurar, reestructurar, reivindicar y transformar política y realidades; lo que obliga hacer política y campañas de distinta manera a como la hacen quienes la han cundido y enviciado de malos ejemplos, crasos errores y procederes. Es igualmente evidente que, en esa tradicional forma de hacer política, su eje sea el dinero, normalmente mal habido, que se utiliza en campañas, generando oscuros compromisos, a fin de llegar al poder a hacer negocios, acceder a los privilegios y tener más oportunidades para lo malo y peor.
Exige una nueva visión política, un compromiso constante con la gente, donde privilegio y beneficio económico no sean motivaciones para hacer política y razón de peso para deslindar el poder político del económico. No tenemos que calarnos el que se nos vendan personas como productos, sino que ofrezcan calidades y condiciones de primera condición. Personas mostradas, demostradas, bien intencionadas, capaces, preparadas, honestas, honorables. Que las decisiones que tomen consulten las demandas de la población, y no caigan en las trampas de los poderosos, como tampoco en el engaño.
No más aspirantes banales, apuntalados en la promoción y difusión baladí de las redes sociales, sin visión de gobierno ni de Estado, sin propuestas de valía. Tampoco con acusaciones ni en tropelías delictuales. Esperamos, de cara a las nuevas justas electivas, en ese nuevo momento democrático, que la política sea un algo serio, más hoy que necesitamos políticos que tomen decisiones sobra la base de ideas, planes, proyectos programas y propuestas, con probidad. Que tomen decisiones informadas que no improvisadas, sobra la base de propuestas debidamente estudiadas y analizadas y confrontadas en importancia y prioridad con la realidad y las necesidades poblacionales. saramara7@gmail.com