Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza*
Pareciera, a decir de muchos, que navegando estamos en una profunda crisis de gobernabilidad, a la par de agregar que ello es evidente a juzgar por las marchas en contra del gobierno caracterizadas las mismas por una nutrida asistencia voluntaria, en rechazo a sus nefastas reformas. Reflejan además tales marchas, se sostiene, una honda como grave crisis institucional, puesto que todo gira alrededor del desgobierno y está nuestra política en galopante descomposición, que de no ser sometida a cuidados intensivos vamos aceleradamente camino a la disolución.
Agregan esos muchos que todo es decadente entre nosotros. Aberrante en grado superlativo. Que impedidos de avanzar se muestran calidad de vida, bienestar, desarrollo, crecimiento, progreso y prosperidad. Que ideologización e instrumentación están en auge en directo perjuicio de la nación. Que muchas y más son las presiones de grupos delincuenciales de izquierda apoyados por el gobierno que obligando están a varias comunidades a manifestarse en apoyo de las reformas propuestas por el gobierno. Aspectos todos los señalados, apenas entre otros, que indican con intensa claridad que todo en el gobierno y por ende en el país, va por el peor de los caminos.
Que todo quieren que se apruebe en el legislativo por la fuerza de las imposiciones y que en nuestros campos sigan delinquiendo los grupos armados de la izquierda que constriñen a la población en general con toda suerte de amenazas y empleo de la violencia. Que sí o sí tendrán que imponer, imponerse e imponernos las reformas sin importar si generan o no pobreza, lo que mejor les sería y así lo afirman, toda vez que su fin último es dominar al país por el hambre, la miseria, la imprevisión y la improvisación, a efecto de poder instaurar con mayor facilidad en nuestro seno y de manera plena un régimen comunista para gobernar por decenios.
Que lo importante es sembrar odio, resentimientos, abonar un estallido social, racismo, rencor, amarrar a los medios de difusión, promover la insurrección, darle herramientas al proletariado, en la certeza de estar conscientes de la debilidad y la sumisión ideológica de gran parte del pueblo colombiano que se deja utilizar y en algunos casos actúa bajo constreñimiento.
Definitivamente, es la conclusión de quienes así opinan, que es evidente a todas luces la crisis de gobernabilidad en la que estamos inmersos; lo qué de ser así, permite que se diga, como ya se está expresando, que tenemos una democracia en minusvalía; pero que afortunadamente y por el momento y cercanía en el tiempo, queda el recurso de octubre, donde las urnas esperarán para que enmendemos errores y entremos a empezar a producir cambios y transformaciones; interesando e importando en consecuencia que se vote masivamente, toda vez que ese será el mayor compromiso y obligación si pretendemos como ciudadanos que el país vuelva por cauces de civilidad, que no de barbarie como es el momento en el que estamos.
*Rubén Darío Ceballos Mendoza. rubenceballo56@gmail.com * Jurista