MÉDICO HERNANDO RAFAEL PACIFIC GNECCO

Por: Hernando Pacific Gnecco*

¿Cuántas espadas Excalibur hay? Realmente, ¿existe una legítima del Rey Arturo? Más todavía: ¿existió el Rey Arturo? La “verdadera” espada del legendario personaje se encuentra al mismo tiempo en Italia, España, Escocia y los Balcanes; no extrañaría que, con el sello de legitimidad, apareciera también en el Amazonas, el Antártico o en los dominios de Selene. Los estilos, edades, materiales y otras características difieren sustancialmente entre ellas. La falsificación de elementos históricos, así como el surgimiento de fantasiosas leyendas no tiene nada de nuevo; de hecho, se cuenta que muchos mercaderes de ciertas regiones se han especializado en vender reproducciones engañosas de objetos de culto a precios exorbitantes a los incautos, particularmente cuando de esos objetos no hay rastro. De leyendas, mentiras, engaños, falsificaciones y conspiraciones está repleta la historia.

La humanidad, además de las deidades, siempre ha venerado obras relacionadas con sus mitos y creencias. Los museos y ciertos lugares dan cuenta de ello. Muchos objetos y rituales relacionan a las personas con sus dioses. Santa Elena, madre del emperador Constantino y emperatriz de Roma por designio, fue la directa responsable de la conversión de su hijo al cristianismo, lo que significó el final del politeísmo en el Imperio. Después del Concilio de Nicea, Santa Elena viaja a Jerusalén para buscar pruebas fehacientes de Cristo y su historia; localizar el sitio de crucifixión era fundamental. No encontró el monte Calvario ni rastro de las cruces; hizo derribar el Templo de Venus en el Gólgota y ordenó erigir el Santo Sepulcro en ese mismo sitio. Durante las excavaciones para cimentarlo aparecen tres cruces de madera que corresponderían a las de Cristo y los ladrones: un enfermo sirvió para determinar a quien pertenecía cada cruz.

El antiguo símbolo del pez es entonces reemplazado por la Vera Croce. Hay tantos fragmentos de madera que se consideran legítimos (uno de ellos en Popayán, traído por Belalcázar) que Calvino dijo irónicamente: “con toda esa madera se puede construir un barco de gran tamaño”. A Santa Elena también le entregaron los clavos, la tablilla del INRI, un pedazo de la túnica y la escalera santa confirmándose así la exacta ubicación del Santo Sepulcro. ¿Son legítimas todas estas reliquias?

El Imperio Romano tuvo respuestas fundamentales en los tres libros sibilinos, oráculos adquiridos por Tarquinio a la sibila de Cumas y guardados en el Templo de Júpiter; eran consultados en tiempos de crisis. Un incendio los destruyó; Augusto ordenó conseguir los que hubiese en otras regiones, los guardó en un arca, pero el general Estilicón los destruyó para romper la profecía según la cual él aspiraba a tomarse el poder. Se temía, además, que los visigodos hicieran mal uso de ellos.

La edad de bronce es prolífica en objetos que después se convirtieron en simbólicos; el carro de Trundholm -el sol arrastrado por una yegua- guarda relación con la mitología nórdica; reposa en el Museo Nacional de Dinamarca como símbolo del culto al sol. La estatuilla de Kličevac, desaparecida durante la Primera Guerra, simbolizaba el mundo del Danubio; era una figura con poderes sobrenaturales. En esa región también apareció el carruaje de Dupljaja, elaborado en terracota, de posible uso ritual. Parece tener equivalencia en el “flesh hook”, una especie de tenedor elaborado en bronce hallado en Dunaverney (Irlanda).

El Santo Grial, tan venerado, es la reliquia más buscada del mundo. Miles de historias han surgido alrededor de esta representación cristiana. En Europa hay cerca de 200 objetos reconocidos como el Santo Grial. Películas famosas como “Indiana Jones y la última cruzada” o “El Código Da Vinci” son apenas una muestra de todas las leyendas alrededor de tan venerado símbolo. ¿Qué es realmente, y dónde está? Gran misterio sin respuesta verdadera. Más mundanos, habrá culto futuro hacia cosas cotidianas que desaparecerán: tarjetas de crédito, computadores, celulares y llaves, entre muchos. En pocos años, nuestros automóviles de motor a combustión serán tan venerados como la gasolina.

*Hernando Pacific Gnecco. hernando_pacific@hotmail.com – Médico Cirujano. Especializado en Anestesiología y Reanimación. Docente Universitario. Columnista

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