Por: Blaicer Moreno Córdoba*
La gestión en el campo de las políticas sociales, o si se quiere, de la gerencia social, puede ser entendida en términos genéricos como el conjunto integrado de principios, prácticas y técnicas que posibilitan, mediante la observación y aplicación, la realización de cambios significativos en al menos una condición de bienestar en la población meta u objetivo, a la cual se encuentran referidos los principios de la gerencia social que resultan incuestionables y que a lo largo del tiempo han gozado de amplio consenso, tales como la equidad (atender a la población de necesidades más urgentes), la concentración (enfocar los recursos disponibles en una población de beneficiarios potenciales) y el impacto (medir y analizar la magnitud del cambio en las condiciones de bienestar de la población-objetivo), como bien y mejor lo sostienen connotados tratadistas en esta tan importante asignatura, definitiva cual que más en los procesos administrativos públicos que procuran el integral desarrollo de los pueblos.
No obstante, estos principios no son siempre observados en la gestión de los programas y proyectos sociales. En numerosas ocasiones se atiende a los que llegan primero o a los de necesidades menos urgentes, otorgándose beneficios a grupos de población no contemplados; además, tampoco es frecuente el análisis de sus resultados finales.
El manejo de un sector social reformado, modernizado tecnológicamente y reestructurado en aspectos básicos, requiere capacidades adecuadas. Éstas sólo surgirán si se plantea una política radical de profesionalización de la gestión social, con el establecimiento de una carrera orgánica en esta materia, criterios avanzados y modernos de selección, promoción, compensación, evaluación y desarrollo administrativo.
En cuanto al compromiso con la comunidad, el frente social conduce programas de la mayor sensibilidad y que pueden afectar a la vida cotidiana de millares de personas. Las actitudes tecnocráticas puras deben reemplazarse en este campo por la aplicación decidida por las metas fijadas y el servicio a la comunidad. Ante las continuas variaciones en el entorno y las infinitas contingencias del programa, se deberá tomar decisiones que serán eficientes socialmente sólo si su marco de referencia último son valores de identificación activa con los grandes problemas del país y la comunidad.
Los nuevos paradigmas y tecnologías pretenden modernizar, reformar, readecuar y reforzar al Estado, gobierno y administración pública en términos de una mayor gobernabilidad, entendida ésta como la cualidad propia de una comunidad política según la cual sus instituciones de gobierno actúan eficazmente dentro de su espacio, de un modo considerado legítimo por la ciudadanía, permitiendo así el libre ejercicio de la voluntad política del poder ejecutivo mediante la obediencia civil del pueblo. Así también con la eficiencia, eficacia y legitimidad, esencia de la gobernabilidad a la altura de los cambios ocurridos en el contexto sociopolítico y económico mundial.
*Blaicer Moreno Córdoba. amerlyng@gmail.com – Administrador de Empresas. Especializado en Proyectos de Desarrollo. Asesor y Consultor Político y Empresarial