Por: Hernando Pacific Gnecco*
La fotografía, tal como la pintura, registra momentos y emociones; las buenas fotos deben cuestionarnos y hacernos reflexionar. Una imagen impactante será una obra histórica destinada a trascender.
Hay muchísimos registros gráficos de hechos notables que hacen parte de la historia, pero también existe sobreabundancia de registros intrascendentes que ocultan obras dignas de admirar. En la fotografía son fundamentales el concepto y la materialización de la obra; una foto hermosa puede no expresar ninguna idea, y una imagen de mucho poder emocional puede tener una estética deficiente. Las verdaderas obras de arte incluyen ambos aspectos.
Hay fotógrafos que lograron fama con registros legendarios; Robert Capa, Henry Cartier-Bresson, Raymond Depardon, Dorothea Lange, Sebastião Salgado o Robert Frank entre muchísimos artistas; cada uno trabajando sus temáticas, han dejado huellas imborrables con sus trabajos. Robert Doisneau registró a una pareja (Françoise Bornet y Jacques Carteaud, estudiantes de arte dramático) besándose frente al ayuntamiento de París, la primera de la serie “Besos”, publicada en Life en 1950, convirtiéndose en la apertura de la fotografía humanista; el autor quería mostrar un aspecto hermoso tras la desgracia de la guerra. Una foto similar, igual de famosa, la tomó Alfred Eisenstaedt el día en que Japón capituló ante los aliados finalizando así la Segunda Guerra; fue un apasionado beso entre dos desconocidos, el marino estadounidense George Mendonsa y la enfermera Greta Zimmer Friedman.
Las guerras son pródigas en historias gráficas que muestran sus barbaridades. National Geographic publicó la foto de Steve McCurry, realizada en 1984, de “La niña afgana de los ojos verdes”, que hizo famosa a Sharbat Gula, una joven de 12 años refugiada en Pakistán huyéndole a la guerra en su país; veinte años después McCurry la fotografió nuevamente en la misma pose; en Gernika existe un mural dedicado a esta foto.
La infame represión china en Tiananmen quedó plasmada en la foto de Jeff Widener en 1989; “El hombre del tanque”, un ciudadano anónimo, se plantó frente a los tanques de guerra enviados a disolver una manifestación; no murió aplastado, pero nunca más se supo de él. La tragedia de Armero mostró la dolorosa pena de Omayra Sánchez, una niña atrapada entre escombros y lodo tras la erupción del Nevado del Ruiz. Frank Fournier registró ese calvario; los intentos para rescatarla fracasaron.
Luiz Vasconcelos registró una imagen, “Militante de Manaos”, representando la codicia del gran capital que atropella con policías armados a una mujer humilde que inútilmente defiende su precaria vivienda; detrás de la arbitrariedad había un proyecto de construcción de una presa eléctrica. El drama se manifiesta con un bolillo que sale detrás de un escudo policial que apunta a la cabeza de la indefensa mujer con su hija desnuda en sus brazos.
Es aterradora la imagen del guerrillero vietcong Nguyen Van Lém ejecutado por un militar en una calle de Saigón durante la guerra de Vietnam. Eddie Adams dijo: “El coronel (Nguyen Ngoc Loan) mató al prisionero; yo maté al coronel con mi cámara”. El intento de unos emigrantes sirios de buscar mejor vida produjo la dolorosa imagen del pequeño Aylan Kurdi muerto en una playa de Turquía; esa sobrecogedora foto de Nilüfer Demir, registra el drama de civiles que huyen de la guerra.
Cobró fama universal la foto del Che Guevara tomada por Alberto Korda. Fue considerada por el Instituto de Arte de Maryland como la fotografía más famosa e icono gráfico mundial del siglo XX. Ha sido reproducida millones de veces en papel, ropa, calcomanías, portadas de libros y revistas, periódicos y discos, etc. Chuck O´Rear es el autor del fondo de pantalla de Windows, una foto de Napa County que llegó a cada pantalla. La foto del derribamiento del Muro de Berlín es icónica; 28 años de un país dividido se acaban cuando a martillazos derrumban esa ignominiosa pared. No pueden faltar los Beatles y la imagen cruzando Abbey Road, registrada por Iain McMillan, que mucho ha dado de qué hablar, incluso a los conspiranoicos.
*Hernando Pacific Gnecco. hernando_pacific@hotmail.com – Médico Cirujano. Especializado en Anestesiología y Reanimación. Docente Universitario. Columnista