Lourdes Margarita Guerrero

Por. Lourdes Margarita Guerrero Pavajeau*

La historia nos enseña que en Colombia somos una república desde el año 1819, gracias a Simón Bolívar, quien dirigió la lucha para independizarnos del reino de España y, por ende, fue el primer presidente de nuestra República. Desde entonces, hasta hoy, hemos vivido en un gran cataclismo político.

En todas las capitales y algunas poblaciones secundarias encontramos plazas, parques con el nombre del libertador, esculturas y estatuas del héroe. Políticamente, con frecuencia se alude a sus enseñanzas como símbolo de unión, quedando solo en la retórica ya que en los hechos se olvida su herencia, esa que fue enseñada en las escuelas, como sus últimas palabras, al borde de la muerte: “Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión …” Este proyecto de vida que se inició con la muerte de Bolívar el 17 de diciembre de 1980, nació muerto, floreciendo el proyecto cultural de la ambición, dinero y poder en donde muchos hablan al tiempo, con resultado de que nada se entiende.

Contrario a lo que ensalzan, a diario nacen nuevos partidos y movimientos que parten el tejido social, polarizan y agudizan el cataclismo. Tradicionalmente, desde el siglo XIX, han estado los partidos liberal y conservador, protagonistas de la más horrenda violencia del país; actualmente, son tantos, que no alcanzamos a visualizarlos, menos entenderlos.

Recientemente recuperaron personería jurídica partidos como El Nuevo Liberalismo, Unión Patriota, Salvación Nacional, naciendo otros como el de Roy Barreras, movimientos indígenas, militares y más y más. Se inventan leyes de bancadas que no son más que sistemas dictatoriales en donde la palabra del “presidente” es la valedera, queriendo cercenar el pensamiento de los muchos integrantes siendo lo relevante la compra venta de conciencias y desencadenar caos a fin de que el pueblo solo entienda lo que quieren “los del poder”.

Al pertenecer a un partido el presidente de esa colectividad quiere pensar y decidir, a los otros se les intenta convertir en unos seres sin cerebro, sin sentimientos, es decir unos robots, quedando los muchos en manos de dueños de medios económicos, comunicativos y directores de partidos, solo ellos pretenden decidir el destino de todos, partiendo la sociedad, el corazón, nublando la visión y la razón.

De qué sirve que nos enseñen que Simón Bolívar, nos dio la independencia de los horrores de la colonia y conquista con sus tribunales de inquisición, si no seguimos sus enseñanzas, de que sirve tener en todas las ciudades y poblaciones de Colombia, plazas, parques en su honor con estatuas del “héroe” a caballo, de pies, sentado, desnudo, de que sirve, si los tribunales siguen hoy sofisticados y solapados, con funcionarios corruptos que no quieren soltar el poder ni ganar menos, como si fuéramos eternos.

Actualmente, la lucha es porque unos quieren que el país tenga cambios en su diario vivir y otros se oponen a ello, otros más quieren que estos cambios sean “por arte de magia” y estamos de cataclismo en cataclismo. Se habla de violencia, criminalidad, miseria, “malos”, sin detenernos a analizar el camino que se debe recorrer para llegar a esos epítetos. Adicional, quieren que los gobernantes adquieran una varita mágica para resolver los problemas, cuando lo cierto es que, para cambiar, tenemos que pasar, durante mucho tiempo, por puentes colgantes, resbaladizos, quebradizos y hasta peligrosos, si queremos llegar a rumbos diferentes más favorables.

*Lourdes Margarita Guerrero Pavajeau. ambalu2003@hotmail.com – Publicista. Filosofa. Conferencista. Laureada Poetisa y Narradora Colombiana. Docente Universitaria.

¿Cómo le pareció el artículo?
+1
31
+1
1
+1
2
+1
0
+1
0

Por editor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *