SAÚL ALFONSO HERRERA HENRÍQUEZ

Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez*

Se aproximan elecciones en los órdenes local, municipal y departamental, mismas que ojalá pasen a la historia y entiendan cabalmente quienes van a ser elegidos, entre otras cosas, que es hora de entrar a comprender en individualidad y conjunto que debe ser su hacer y quehacer el mejor camino para avanzar integralmente en todos los rincones del país, a todo su largo y ancho, con dimensión de grandeza, implicando su actuar para fortuna de la democracia y la pluralidad política colombiana el reflejo de los anhelos poblacionales y de sus demandas, soportados en las propias realidades y necesidades, que de surtirse favorablemente, más temprano que tarde y hasta con prisa y sin pausa nos conducirán a puertos posibles y probables de seguro y vital progreso.

Se trata qué los elegidos provoquen un ánimo positivo para quienes estamos convencidos que uno de los mejores caminos posibles es el diálogo, el acuerdo, el consenso y que ningún tipo de avasallamientos ni ningún intento de cambiar reglas porque sí o amañarlas para que impere un solo criterio, generarán resultados positivos en el quehacer de la administración pública y la democracia misma.

Es lograr la fuerza desde lo político para estructurar con soportes y fundamentos ciertos, la esencialidad de un sólido poder social en beneficio ciudadano. Reflexionar en tal sentido. Acatar las reglas de la gobernabilidad (semánticamente, la capacidad de ser gobernable; y, conceptualmente, la relación que se manifiesta cuando existe un estado de equilibrio en el ejercicio del poder político derivado de la solución de demandas sociales y la capacidad de los gobiernos de atender éstas de forma eficaz, estable y legítima); y, de la gobernanza (Arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía), lo que será una excelente señal.

La dinámica debe ser dialogar, escuchar, construir acuerdos con los adversarios y aplicar la aplanadora, siempre avasalladora. No se trata de adoptar, ni de asumir posiciones radicales, que no permiten que la visión de la oposición se vea reflejada en la de institucionalidad, con lo que pocos ganan y todos perdemos. No podemos seguir sometidos a procesos apresurados, sino concertados. Conjugar visiones. Frenas abusos. Hacer lo correcto, lo edificante, lo que construye democracia y civilidad, sin sembrar odios ni revanchas. Apegarse al juramento que hicieron al asumir sus cargos, que es cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes.

*Saúl Alfonso Herrera Henríquez. saulherrera.h@gmail.com – Abogado. Especializado en Gestión Pública. Derecho Administrativo y Contractual.

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