Por: José Manuel Herrera Brito

La transparencia pública es ese sello democrático para medir como debe y tiene que ser, las acciones gubernamentales, lo mismo que para controlar en lo posible un estado óptimo de buen gobierno. Bien sabemos que la gestión estatal no se verifica con inmediatez, lo que traduce que no es una caridad de los gobiernos dotados de generosidad inmensa regalen a los gobernados, sino que es una obligación a cumplir. Garantizar la difusión de lo público debe ser un todo integral, permanente y continuo que implica a las autoridades en relación con la ciudadanía. La transparencia pública, además de ser ese indicador democrático al que hemos hecho referencia, es un reflejo del orden y de una función pública que se supone eficiente. 

Para esto de la transparencia pública no deben bastar leyes, resoluciones o normas que la haga obligatoria mediante procedimientos de cara a los gobernados, como tampoco es suficiente que los entes que la vigilan sean independientes frente a las burocracias a las que ordenan dar la información pública de oficio o por reclamo ciudadano; importa que estén nutridas de un presupuesto decente que les alcance para cumplir bien y fielmente con su misión y función, y en capacidad de hacer que se de respuesta idónea a la ciudadanía cuando la requiera; y que además los servidores públicos se encuentren comprometidos y a la orden respecto de la necesidad de gobernar a la vista de la comunidad, ya que no debe haber bajo punto de vista alguno resistencias a las demandas ciudadanas en cuanto al quehacer de lo público.

Debe ser la transparencia pública un todo sagrado, expuesto de manera permanente, cumplir con los deberes que cada vez son mayores, pero que por la misma razón precisa ser diáfana y repetirse cada que se solicite; todo lo cual, en la verdad afianzar los hábitos de la comunidad de exigir explicación de la administración, gestión y gerencia gubernativa para que los servidores públicos encaren y asuman con probidad y sin más sus caras responsabilidades frente a la población.Es un ejercicio republicano que debe estar a la orden del día en todas las agendas oficiales, una de las maneras mejores de hallar los caminos para dar a conocer el derecho a saber el qué, cómo, cuándo, dónde y por qué de cada acto de carácter público; razón para que las instituciones democráticas reciban la ayuda de la comunidad para defender la democracia como un medio más que valioso de primer orden y condición y bien colectivo que ayude en su profundización en beneficio de todos. saramara7@gmail.com

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