SAÚL ALFONSO HERRERA HENRÍQUEZ

Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez*

La justicia social es un valor clave e imprescindible para avanzar hacia una sociedad mejor. Está íntimamente relacionada con el reparto justo y equitativo de los bienes y servicios necesarios para el desarrollo de una persona en la sociedad y vela por ofrecer a cada uno lo que necesita para satisfacer sus necesidades básicas. No se consigue la justicia social ofreciendo a todo el mundo lo mismo, sino apoyando más a quien necesita más ayuda porque parte de una situación de clara desventaja y ello es innegable.

Debe estar vinculada la justicia social con la solidaridad, el apoyo mutuo y la colaboración individuos / pueblos, de tal manera que, quien más tiene, más contribuya para que quien tenga menos pueda disfrutar de ventajas y servicios que le serían inaccesibles de no ser por la cooperación de los demás o del resto como señalan algunos. No actuar así, no pensar más en quien menos tiene, nos lleva a dar rienda suelta al egoísmo, al sálvese quien pueda, a proteger al poderoso y abandonar al débil. Y eso es algo que no debemos permitir bajo ningún punto de vista ni circunstancia.

La solidaridad, la equidad y la justicia, deben ser, en definitiva, valores que sustenten las relaciones sociales, tanto en el ámbito privado como en el público. En el privado, en el de nuestras relaciones personales, avanzaremos hacia una sociedad mejor si sustituimos el individualismo y la competitividad por la cooperación y el apoyo colectivo. Y en lo público, es esencial la construcción de un sistema que garantice que los servicios esenciales llegan con igualdad a todas y todos. Para ello, como decía anteriormente, es imprescindible aportar más donde más falta hace. Conseguir, por ejemplo, que los servicios lleguen al mundo rural, necesita un aporte extra, un esfuerzo de solidaridad colectiva, pero es de justicia que no sea motivo de discriminación el lugar en el que cada uno nace, o donde vive, como no puede serlo el género, la religión, la orientación sexual o la ideología.

La justicia social y la igualdad son compañeras inseparables. Una sociedad sólo puede ser más justa si es más igualitaria. Igualdad entre mujeres y hombres, pueblo y ciudad, territorios, para acceder a servicios sanitarios, con independencia del poder adquisitivo, para acceder a una mejor educación, sin importar la posición social; para acceder a la atención médica sin trampas ni atajos, en la afirmación aristotélica que el “único Estado estable es aquel en que todos los ciudadanos son iguales ante la ley”; y que sin la igualdad que nos aportan los servicios públicos que garantizan en estado del bienestar, tampoco es posible la estabilidad que necesitamos para convivir y avanzar.

El sistema público en sanidad, educación, atención a la dependencia, pensiones, etc., es la mejor garantía de igualdad y, por tanto, de justicia social. Los sistemas públicos se construyen con la aportación solidaria y progresiva de todos, con impuestos progresivos en los que, quien más tiene, aporta más para que quien menos tenga menos ponga. Por eso, carecen de toda ética las posiciones de quienes buscan que las grandes fortunas paguen menos o que tributen fuera de nuestro país, porque es de un egoísmo y una injusticia tal que debería causar vergüenza.

Frente a esta posición, hay otras como la de quienes impulsan, por ejemplo, un Ingreso Mínimo Vital para las familias más necesidades, una medida justa que es imprescindible que vea acelerada su implementación. Hay quienes la critican, quienes ven un problema en todo aquello que beneficia a los más débiles, quienes se oponen a esto como antes lo hicieron a las pensiones públicas, a la jornada de ocho horas o a las vacaciones pagadas. Pero lo cierto es que se impondrá y será incuestionable, porque es de esas decisiones que mejoran la sociedad porque promueve avanzar sin dejar a nadie atrás. Interesa renovar nuestro compromiso de trabajar para la consecución de una verdadera justicia social, que fomente la integración y la protección frente a la explotación de las personas más vulnerables. Es una de las manera mejores de sensibilizarnos, ser más inclusivos, caminar, avanzar hacia una sociedad más justa y equitativa, en lo que se impone seguir trabajando, dejando de lado ideología, filiación política y en beneficio de una sociedad más justa y en igualdad de condiciones. saulherrera.h@gmail.com Columnista

*Abogado. Especializado en Gestión Pública. Derecho Administrativo y Contractual. Magister en Derecho Público

¿Cómo le pareció el artículo?
+1
0
+1
0
+1
0
+1
0
+1
0

Por editor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *