Por Enrique Herrera. @enriqueha
La polarización es un lugar común. El Acuerdo Nacional de Petro, ese que proclamó recién electo, se extravió en el anuncio. Lástima, era un instrumento para enfriar la polarización y encontrar un propósito colectivo, pero está sucediendo lo contrario.
El gobierno está tensionando la pita de la polarización. La invasión de tierras, el aumento de la gasolina, la reforma tributaria y ahora la pensional, la inflación, la carestía de los alimentos y las altas tarifas de energía van en esa dirección y pueden provocar una revuelta social. Las redes sociales están caldeadas y de ahí a la calle solo hay un paso.
La polarización no está dejando a nadie indiferente, ni zonas grises. Es blanco o negro o, se está a favor o en contra. Está creando tribus y desencuentros. Con un agravante: Si la desigualdad y el desempleo son altos -y en Colombia lo son- la polarización también lo será. Si la economía y empleo crecen, la desigualdad cae pero si es al revés, si “decrece” la economía y el empleo, la desigualdad se incrementa y la polarización también.
Los acuerdos nacionales son un mecanismo para encontrar propósitos públicos pero hay que bajarlos al ámbito local a través de los diálogos regionales porque es ahí, en esos espacios, donde se conversa sobre los problemas cotidianos sin que la polarización acorrale. Eso sí, esos diálogos corren el riesgo de comportarse como caballo fuera de control, es decir, desbocado – y lo serán- si las iniciativas listadas no tienen un filtro técnico, jurídico, presupuestal, financiero porque de lo contrario quedarán, por inviables, como ilusiones muertas.
Petro, en todo caso, necesita un objetivo común que una al país, ¿la reforma tributaria, la agraria y la pensional tienen un objetivo común que una al país? ¿la transición energética planteada, la reforma a las EPS y la de la ministra del trabajo unen al país? Me temo que no. Hacen lo contrario, están escindiéndolo, enfrentándolo, polarizándolo. El Estado por una parte y el sector privado por la otra en la reforma tributaria; los propietarios de tierras por un lado y los invasores por el otro; los fondos de pensiones por una parte y los adultos mayores sin pensión por el otro y así vamos, de confrontación en confrontación.
Es cierto, hay un mandato de cambio pero ojo, el cambio es bueno, pero no tanto o, en otras palabras, bueno es el culantro pero no tanto.
No le vaya a pasar a Petro lo de Boric con el plebiscito: La victoria del Rechazo en Chile me recordó la victoria de Trump1. en USA; los votantes clamaban: “quiero q me devuelvan mi país” o “recuperar mi país” y en Chile: “que mi país no se extravíe o pierda el rumbo”. En Colombia puede pasar igual.
Para Petro es perentorio presentar una visión de futuro, inclusiva, inspiradora y no amenazante. La luna de miel entró a urgencias, lo intimidante está predominando y la narrativa le está siendo contraria.