JOSÉ MANUEL HERRERA VILLA- Profesional en Administración y Finanzas.

Por: José Manuel Herrera Villa❊

Nunca deberíamos perder la memoria del corazón, más sí liberar el dolor, encontrar los recuerdos positivos y las semillas de bondad, para que se afecte muestra vida para bien y no se nos vuelva fría ni hacia dentro ni hacia fuera. Perder la memoria del corazón ensombrece nuestro pasado, anula los horizontes del mañana dada la ninguna capacidad de encontrar experiencias previas de bien. Es evidente que tanto la memoria de lo bueno como de lo negativo, ambas debidamente maduradas, pacifican y proyectan al tiempo, pues memoria y esperanza están íntimamente relacionadas en todo momento, situación y circunstancia.

Las corrientes filosóficas y políticas, de ello nos da testimonios miles la historia, cuando destruyen el pasado, ensombrecen el porvenir y alteran la esperanza. Igual acontece en nuestras vidas diarias. Razón por la que despertar en nuestros recuerdos experiencias de bien es noble y necesaria función humana. Conciliar memoria y esperanza es una tarea más que prioritaria, por lo que deberíamos proponernos hacer de todos los tiempos épocas abonadas para lo cual.

Importa en ello regalarnos recuerdos de experiencias positivas, abrirle en consecuencia siempre y por siempre, puertas a la esperanza. movilizar bondad y hacer que sea un todo generalizado, lo mismo que velar por que tengamos una mayor disposición a pensar en los demás y en lo posible estar pendiente de ellos. Recurrir a las antiguas costumbres, a los recuerdos amables, a las canciones y textos que sean reflejo de fe y esperanzadora alegría y tener como ejemplo vidas logradas y acciones bondadosas. Propongámonos buscar siempre como pretexto la sabiduría, la sencillez, con lo que conseguiremos mayores efectos que las estrategias sociales más sofisticadas.

Importa dejarnos seducir e ilusionar por aspiraciones humanas nobles, alejadas de las cargas pesadas que nos arroja la vida política, laboral y social habitual; más, por cuanto en un mundo en permanente convulsión como el que nos ha tocado vivir y por demás incrédulo, es posible hacer también que en el brillen con luz propia todo tipo de fe y esperanza.

Tenemos que proponernos, por difíciles que las situaciones sean, despertar el sentido del bien, de lo mejor, realzar los recuerdos positivos y dibujar caminos futuros real y verdaderamente esperanzadores. La memoria grata de lo bueno, bello y hermoso, nos alegra y alegrará siempre, en oposición a la memoria de lo malo. Es purificarnos, iluminarnos interiormente, alzar la mirada y reconocer que existen promesas magnánimas más allá del poder, del dinero, las discordias y la envidia, debiendo en consecuencia despertar y dejar atrás todo atisbo de maldad que opaca en verdad los tesoros muchos que como personas poseemos.


Profesional en Administración y Finanzas. Especializado en Auditoría Integral. Formulación y Evaluación de Proyectos de Desarrollo📧jomahevi@gmail.com

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