Por: José Manuel Herrera Villa*
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Determinar un único concepto de lo que es productividad resulta difícil de establecer. Para las grandes empresas y organizaciones, la productividad es vista como un concepto global, empleado para contribuir, a través de estudios y evaluaciones, con el mejoramiento de los factores que intervienen en la producción. Cada líder o emprendedor es responsable del éxito que puede alcanzar en el desarrollo de su proyecto, siendo capaz de tomar y asumir las decisiones en el momento adecuado o requerido, y asumiendo los riesgos que ello pueda implicar.
Es probable que en ocasiones se puedan adoptar algunas políticas de producción que no den resultados tan favorables, o al menos no ofrezcan los resultados esperados; eso será parte de los riesgos a asumir. No sólo como organización o empresa podemos llegar a ser productivos, cada uno de nosotros, en el marco de nuestros proyectos y aspiraciones, también podemos establecer estándares de calidad.
Es evidente gubernamentalmente, que estamos siendo superados por la imperiosa necesidad de acelerar la transformación de nuestra economía regional hacia el crecimiento sostenido y equitativo que reclama la sociedad; lo que indica que es el sector privado el encargado de acelerar la despolitización de la economía para estimular un crecimiento económico que reordene las estructuras sociales alrededor de un sistema productivo incluyente, lo que implica e impone adelantar industrialización sostenible, innovación y mejoramiento continuo de la infraestructura del sistema productivo con un enfoque de derechos humanos, centrado en equidad, oportunidades para todos y reducción de la desigualdad social, donde la directa convergencia de industrias estratégicas marque la eficacia de dicha transformación social.
Es un imperativo para nuestra economía una tecnología, libre, abierta, segura e incluyente, que debe sumarse a la liquidez y confianza para generar alivios financieros durante la crisis económica por la que atravesamos, la cual ha reflejado la importancia de la banca para sostener el sistema productivo en sus mínimos niveles. Llevar a la industria bancaria a niveles más ambiciosos en su propósito como sector exige integrar la banca comercial con la banca de desarrollo para acelerar una agenda común de innovación financiera incluyente, donde las pymes y emprendimientos tengan un tratamiento diferenciado y flexible en su acceso al crédito, los valores de garantía correspondientes, las tasas de interés y sus plazos. La banca tiene el desafío de transformar su valor como industria potencializando el financiamiento productivo, a través del justo equilibrio entre innovación y regulación.
Dos frentes que a su vez requieren un plan de educación para desarrollar capacidades digitales y conocimiento sobre financiamiento productivo, con especial énfasis en las pymes, tanto urbanas como rurales, así como en los grupos más vulnerables de la población. El acompañamiento de una gobernanza multisectorial garantizaría evaluar factores de éxito en torno a la inclusión, transparencia, legitimidad y efectividad. La productividad inclusiva constituiría un nuevo estándar de desempeño económico, donde la equidad y no discriminación potencializa la innovación en torno a empleos de calidad e inversión, reduciendo progresivamente la informalidad en nuestra economía y la desigualdad en la sociedad. es parte del reto que tenemos que enfrentar, a efecto de garantizar en gran medida salir avante. *Profesional en Administración y Finanzas. Especializado en Auditoría Integral