Álvaro Beltrán Pinzón

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La detención en el aeropuerto de Los Ángeles de quien fuera hasta hace dos años el militar insignia del ejército mexicano, bajo la acusación de fabricar, importar, distribuir narcóticos y lavado de dineros entre diciembre de 2015 y febrero de 2017, y su posterior liberación ante el levantamiento de los cargos por el Departamento de Justicia de Estados Unidos, ha dado para todo tipo de especulaciones. 

Si bien el Canciller mexicano ha presentado el hecho como un triunfo de la autonomía para juzgar a sus ciudadanos, se advierte un tratamiento desigual en casos similares de funcionarios de alto rango y personas del común. Parece que la erguida postura diplomática fuera consecuencia de la presión ejercida por la cúpula militar, que llevó al gobierno de AMLO a amenazar con terminar la colaboración en la lucha contra el delito si proseguía el juicio al general Cienfuegos.

Se recuerda la manifestación del presidente López Obrador al comienzo de su mandato, en el sentido de que había muestras inequívocas de la descomposición del régimen y la degradación de la función pública; por lo acontecido en administraciones anteriores, México mereció calificarse como Narco-Estado. Con este episodio, y lo sucedido con la captura e inmediata libertad del narcotraficante Ovidio “Chapito” Guzmán, parece que su apreciación continúa vigente.

Tampoco sale bien librada la Justicia norteamericana, que obró con precipitud inaceptable o dio marcha atrás por conveniencia política, en una determinación en la que se advierte el innegable rasero tolerante frente a poderosos mafiosos y su inflexibilidad con las apodadas “mulas”.

Lo que se evidencia es que la guerra al consumo de narcóticos en su país, con enfoque policial y represivo, iniciada el 17 de junio de 1971 por el presidente Nixon, no resiste su prolongación, habida cuenta del creciente número de adictos y los desastrosos resultados en materia de violencia y corrupción que ha dejado. Cada día es más apremiante dar atención al asunto de salud involucrado y adoptar una reglamentación comercial. Ojalá Joe Biden sea el presidente que ponga fin a esta política que tan funestas consecuencias ha traído para el continente americano.

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