Blaicer Moreno Córdoba-Administrador de Empresas. Asesor y Consultor Político

Por: Blaicer Moreno Cordoba*

Ávidos estamos como comunidad de una mayor eficiencia de la acción estatal, la cual entrañe reales cambios y transformaciones en beneficio colectivo y produzcan una redefinición en las formas de entender lo social como parte de esa acción, donde sea verdadera la democracia participativa entre los menos favorecidos; lo mismo que requeridos estamos de respuestas novedosas para generar desarrollo desde lo local a lo nacional, pasando por lo departamental y regional, y que quepa en ello un re-direccionamiento de las políticas de redistribución del ingreso y crecientes programas de integración social. Es generar en la sociedad nuevas relaciones en las esferas política, económica, social y cultural encaminadas a modificar las estructuras y sus medios de reproducción.

Interesa en este propósito que se integren más actores e interrelaciones construidas bajo principios de cooperación, confrontación y sean tan importantes como la política misma. Esta nueva concepción deberá incidir directamente sobre los llamados procesos de participación comunitaria, donde ciudadanía y comunidad cobren un nuevo sentido y se sitúen en el centro de la reconstrucción de nuevas relaciones e interacciones en la sociedad. De la misma manera, auto-provisión de servicios y de auto-gestión, antes apenas paliativos o elementos al margen de los programas sociales deben convertirse en elementos centrales de los programas de las agencias multilaterales y nacionales, en la búsqueda y procura de atender en mejor forma los problemas sociales aunados al bienestar de la gente; sentido en el cual el ejercicio de la ciudadanía consistirá en incidir en la toma de decisiones y posiciones que afectan la pertenencia a una comunidad, con el propósito de desarrollar acciones destinadas a gestar colectivamente el destino propio.

Comunidad y ciudadanía toman en cuenta la diversidad de prácticas y representaciones y dan importancia a la negociación y al diálogo en la construcción de las reglas de juego en la implementación de las políticas sociales. Comunidad es vivir juntos, compartir una condición común, un ideal sin referencia a una institución que la trascienda, puesto que sus integrantes están llamados a enfrentarse juntos a los problemas que se les plantean. Dicha transformación debe gozar de una dimensión socio política y cultural que implique una redefinición de los límites entre lo público y lo privado; en la certeza que hoy se entiende la ciudadanía como diluida en el usuario, el cliente, el consumidor, en los miembros privilegiados que pertenecen al sistema, marco en el que la dimensión política más generalizada, contenida en la noción de ciudadanía, vuelve a cobrar importancia y a constituirse en nuevo lugar de interrogación acerca de la identidad y de la mediación con el otro que hace parte de una comunidad.

La ciudadanía no tiene un sentido uniforme, sino que se construye a partir de los cambios en las relaciones entre lo público y lo privado. En este nuevo escenario, es nuestra tarea como ciudadano, además de contrabalancear el poder político a través de la participación política, construir y apropiarse de la democracia, lo que podrá llevarse a cabo a partir de una práctica común en un espacio colectivo, lo que nos convertirá como miembro de una comunidad, en sujetos políticamente responsables de la misma en la construcción de lo público.

Es preservar los espacios de ciudadanía, entendidos como la capacidad de comprensión y ejercicio de lo público, la confrontación en espacios de deliberación política y la construcción de democracia como una forma de compartir autoridad y responsabilidad, al tiempo que se permita analizar algunas de las relaciones entre los actores locales y su influencia en los procesos de desarrollo local y visualizar cómo lo público integra una nueva visión del ciudadano y de sus necesidades más sentidas; escenario en el que el papel del gobierno local en la política social debe incrementarse concediendo mayor importancia a la concertación de políticas y a los medios para incluir individuos y comunidades como sujetos esenciales en su propio desarrollo como escenario propicio para experimentar nuevas formas de gobernabilidad.

Igualmente, las organizaciones sociales deben jugar un papel determinante en la construcción de escenarios de participación y encauzamiento de las reivindicaciones de las comunidades en los proyectos colectivos de desarrollo integral; y, no sólo en lo académico, sino cada vez más entre las organizaciones gubernamentales, no gubernamentales y la misma comunidad local, en la realidad que la ciudadanía debe cobrar especial importancia debido a la falta de reconocimiento de la cultura política de los sectores populares para la construcción de su propio desarrollo. En tal sentido, la capacidad de la organización comunitaria como elemento de integración permitirá evidenciar las bases primarias para la construcción y consolidación del ejercicio de la ciudadanía en poblaciones urbanas de estratos más bajos.

La ciudadanía, en este razonamiento, se concibe como un status sociopolítico determinado por un balance adecuado de derechos y deberes; también como una identidad compartida, una expresión de la propia pertenencia a una determinada comunidad política. Entender así la ciudadanía permitirá aportar a los grupos de comunidad organizados elementos de fortalecimiento de los lazos que consoliden su tejido social e instrumentos de fortalecimiento de comunidad política que promueva al interior de ellas y con su entorno la participación y proyección de su propio desarrollo, lo que será determinante en este presente que vivimos y de cara al porvenir.

*Blaicer Moreno Cordoba. Administrador de Empresas. Especializado en Proyectos de Desarrollo. Asesor y Consultor Político y Empresarial

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