Por: Jaime Eduardo Maestre Dau*

Nuestra lucha como municipio, en ruta a consolidarnos desde lo estructural política y creativamente, tendrá que ver necesariamente con el impulso de procesos que entrañen creatividad, coherencia y demás otras consideraciones pertinentes respecto de nuestras propias realidades, necesidades y demandas poblacionales aunadas a lo importante, sin que ello signifique olvidar lo urgente, uno y otro aspectos que sí o sí tenemos que solucionar conjuntamente administración, ciudadanía y comunidad en general, lo que debe ser en adelante municipalmente hablando, una tendencia histórica resultante de una y más interrelaciones que generen en provecho y beneficio de todos variados procesos de desarrollo social, humano y crecimiento económico.

Nuestro destino tiene que ser sustancial, caracterizado por un hacer y quehacer social como signo de integral progreso, mezcla de valores y de reivindicaciones múltiples en ruta a la defensa de nuestros derechos, emancipación y búsqueda de nuevos estilos de vida, donde confluyan individuos y organizaciones, a efecto de privilegiar como debe y tiene que ser el porvenir de las actuales y futuras generaciones, en lo que importa ser flexibles, cercanos, espontáneos en la búsqueda y procura de un superior predominio institucional y colectivo en lo cultural, social, sanitario, ambiental, económico y político, por lo que se impone trabajar con ahínco en el propósito central de derrotar los males sociales, ir tras una sociedad viable, organizada, grandes ideales, particularmente superior, universalizada, en capacidad de satisfacer como garantía el beneficio colectivo, en la verdad que deben siempre primar los intereses de las mayorías, sobre los particulares o de grupos.

Es pensar en un mundo posible, auspiciado por el reconocimiento de nuestro entorno y la creación de políticas propias, comprendidas en la experiencia de lo local, y su enraizamiento, lindero y conexión con la vida diaria, en espacios de vínculos múltiples entre reconocimiento, lugar, poder y la creación de la gente, como fuente de construcción y forja de una identidad auténtica, esencial. Importa ser como municipio, visible, en perspectiva, con prácticas y políticas específicas, con modelos nuestros de vida, progreso, crecimiento, desarrollo, que traduzcan nuestra forma de ser, sentir y estar juntos, hasta el punto de naturalizar este tipo de relaciones como propias del avance del colectivo social que tenemos que consolidar.

Desde la perspectiva tratada y el reconocimiento, expedito será agenciar políticas públicas, valorar la generación de nuevos imaginarios de vida socioculturales, afirmarnos en lógicos y potenciadores constructos soportados en la vida diaria, donde bien y mejor podamos hacer manifiesto lo percibido, concebido y vivido por nuestros pobladores. Visibilizarnos en positivo, es apostar por la comprensión de la vivencia de los distintos grupos sociales que nos conforman y constituyen un mundo articulado en la multiplicidad de experiencias y en la reivindicación de la cotidianidad de las gentes.

Es impulsar una política territorial en la que podamos ubicar la multiplicidad de formas políticas y culturales que tenemos, en el entendido que la política cultural es proceso que otorga nuevos significados de interpretación. La cultura es política porque los significados son elementos constitutivos de procesos que, implícita o explícitamente, buscan dar nuevas definiciones del poder social. El municipio como oportunidad del acontecer y como política de producción de los sujetos, debe constituirse en una gran posibilidad de potencia e invención de prácticas de vida en busca de mayores progresos.

Obligado es que juntos construyamos la posibilidad de una historia de acciones mejores para un natural y superior desarrollo social, ser una efectiva fuerza política en defensa del lugar de manera objetiva, donde cabida tenga el reconocimiento de la experiencia de las personas y sus más caros anhelos, para así generar emociones, sentimientos, reflexiones y conversaciones para generar confianza y las bases mejores sobre la cual construir la cohesión social, a fin que la convivencia social sea un todo afirmativo, amplio, generosos, cooperativo, que conduzca a toma de conciencia con sentido de pertenencia.

Interesa redimensionarnos, lo que debe ser una gran tarea, e ir hacia la construcción de un carácter político colectivo, de lazos de visibilización, de relaciones sociales afectivas, de lo político en comprensión de acciones que permitan la confirmación del vínculo social. Es el territorio como ese espacio de enraizamiento de la experiencia social. Es así como las políticas del lugar que residen en la experiencia deben expresar una urdimbre de sentimientos, saberes y oportunidades del acontecer que nos reafirmen en nuestros conocimientos y la posibilidad de ese mejor y superior municipio de Ariguaní, que soñamos, anhelamos, clamamos y reclamamos todos.


*Jaime Eduardo Maestre Dau. gscariguanidetodos@gmail.com – Médico Veterinario Zootecnista

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