Por: José Manuel Herrera Brito
Pensar, repensar y sopesar situaciones de manera reposada y sesuda siempre será un buen ejercicio, razón por la que no debe resultarnos extraña la posibilidad de pensar con pasión de alma respecto de lo que se desea y quiere, especialmente cuando muchos son los momentos en que se va más allá de la razón, induciéndola a reconocer que ciertas cosas se entienden y comprenden mejor de dicha manera.
No es que apostemos a que los sentimientos desborden la razón hasta el punto de impedirle pensar, no, sino que, por dicha mediación, la inteligencia pueda leer los asuntos todos de un modo distinto a lo simplemente discursivo. La posibilidad de pensar con pasión de alma sin que ella nos obnubile, está sujeta a nuestra capacidad de abrirnos a circunstancias con que pueda sorprendernos lo real; especialmente cuando contrastan con nuestra lógica de entender y comprender los asuntos todos.
Pensar con pasión no traduce que una facultad anule otra, lo que por el contrario, supone equilibrio, capacidad de ensanchar la razón para afrontar y comprender las dificultades mediante una lógica contextualización y especial comprensión, misma que exige trascender nuestros modos ordinarios de ver la realidad, para disponernos a asumir lo que la lógica humana nos llevaría a odiar o rechazar.
La experiencia de pensar con pasión nos lleva a buscar razones, hacer esfuerzos para encontrar respuestas satisfactorias a lo que ocurre, a lo que podríamos estar enfrentando y que no se puede comprender sino desde las evidencias. Ciertas situaciones, más que razonarlas, hay que perdonarlas y pensarlas con la lógica de la pasión a la que venimos refiriéndonos. Odiar, fomentar el resentimiento o negarse a pensar y a sentir, esto es, bloquearse interiormente, si bien puede ser comprensible en decir de muchos, termina por no redundar en beneficio alguno.
Se trata de actuar conscientemente, con nobleza, con grandeza, pensar en cambios y transformaciones, elevarnos a niveles de una superior calidad humana. Es pensar y sentir humanamente. Superar la irracionalidad. Contemplar las situaciones y las impresiones. Sobrellevarlas sin dejarse anular por el sufrimiento o situaciones injustas que limitan con la irracionalidad. Nada de odiar. Nada de dejar crecer impulsos de venganza, Nada de dejar carcomerse por el mal. Se trata de superarlo todo con un control intencional que lleve a responder al mal con el bien y abrirnos cada vez más a la realidad. saramara7@gmail.com