Rafael Robles Solano

Por: Rafael Robles Solano*

En publicación de mediados de noviembre del pasado año, me referí a este tema que sigue siendo de actualidad bajo el título de: “RIESGOS DE LA DESIGUALDAD ECONÓMICA”, lo retomo ahora en medio de consideraciones que lamentablemente son motivo de preocupación permanente, para quienes como el suscrito, seguimos pensando que el país, requiere cambios urgentes en los aludidos aspectos de titular de hoy. En consecuencia, recurro parcialmente a aquel, para complementarlo con aquellas reflexiones sobre los restantes riesgos o peligros que determinan las relaciones y la gobernabilidad de un Estado como el colombiano, que se debate entre la cruda realidad que enmarca el presente artículo, con las discusiones y confrontaciones demagógicas e ideológicas que concurren a los conflictos y las exigencias actuales.

En aquella oportunidad señalaba entre otros conceptos como parte de mis conclusiones que: “… lamentablemente estas circunstancias ponen en peligro y atentan contra el crecimiento de países con sociedades que subsisten en medio de la marginalidad y pobreza generalizada de sus habitantes, pues así se torna más difícil para que ellos consigan acceder a condiciones de supervivencia más estables a nivel económico y productivamente sostenibles.” Igualmente mencionaba allí otro aspecto concurrente como es el: “… mercantilismo utilitarista, liderado principalmente por los medios audiovisuales de comunicación masiva, que arrastra consigo lo que se conoce como “penetración cultural” o sea, para mediante formas maniqueas sustituir valores y tradiciones autóctonas por las foráneas, lo que lleva a una discriminación educativa, donde se desarraiga la formación de los educandos, entonces se orienta exclusivamente a fomentar solo el consumismo de marcas y de lo que está de moda, porque vienen impuestas por las fuerzas de los mercados que rigen los destinos de las sociedades modernas.»

Bajo las reflexiones hasta acá expuestas, podemos deducir que nuestras vivencias modernas se debaten entre las exigencias propias de las sociedades de consumo y las provenientes de las desigualdades de todo tipo, que debemos sortear desde ópticas originadas en las discretas modalidades de discriminación, resultantes de no hacer parte de las exclusivas esferas de quienes no sufren por los apremios económicos y sociales en los que convivimos, terminando entonces conformándonos o resignados porque para citar un ejemplo, logramos que nuestros hijos, puedan estudiar y después consigan ingresar a los mercados laborales nacionales, cuando no alcanzan a irse para el exterior, haciendo parte de los llamados cerebros fugados, porque en nuestro país, la mayor parte de los salarios, son indignos por lo mal remunerados.

Despejadas las interpretaciones que separan socialmente a los extremos conceptuales de las presentes reflexiones, es ineludible observar cómo se afligen las clases medias, en especial por tener que resignarse y aceptar casi sumisamente, que es mejor dejar las cosas en el estado en que se encuentran, que asumir los riesgos sociales y de todo tipo que demandan los cambios como los que se vienen proponiendo desde su llegada a la presidencia por el mandatario actual. A propósito del enorme temor y los miedos a los resultados de tales cambios sociales, para ello recurro a los conceptos expuestos en redes por LIBARDO LEON GUARIN, en planteamientos sobre estos temas, titulado: “MIEDO AL CAMBIO SOCIAL” de abril de este año, cuando sostiene acertadamente que: “… el trabajo de los patronos metiendo incertidumbres y predicando apocalipsis para que las cosas sigan tal cual, cuando de lo que se trata es de disminuir distancias sociales vergonzosas en la sociedad colombiana.”

Recuerdo para aquellos lectores que me señalan como defensor a ultranza del Pacto Histórico y desafían a que les muestre, enumere y sustente cada uno de los logros de PETRO hasta hoy, exigiendo pruebas de resultados inmediatos, pero olvidan sin embargo, que la mayor parte de los conflictos socioeconómicos que padecemos, obedecen a: problemáticas que no han sido resueltas por décadas de gobiernos tradicionales, como el desempleo, la informalidad laboral, la desigualdad y la pobreza extrema en que se hallan las regiones llamadas de la Colombia profunda. Entonces mí obstinada o ingenua respuesta para ellos es: ¡Amanecerá y veremos!

*Rafael Robles Solano. Secretario Ejecutivo LIDERESOCIAL. rafaelrobles12@hotmail.com

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