Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza*
La participación electoral no es solo depositar un voto en una urna, puesto que dentro y fuera de tal ejercicio hay muchas otras vías para participar y ejercer los derechos políticos. El votar suele evaluarse desde la claridad con la que logre generar una adecuada representación política, así como a partir de los incentivos que logren para la participación ciudadana. En una y otra dimensión y dirección, se requiere del ejercicio de derechos: libertades de expresión, de asociación y acceso a la información, sentido en el cual la participación es fundamental para que una democracia representativa funcione y evolucione en beneficio colectivo.
Consenso conceptual hay también respecto que la determinante más fuerte de la participación es estar inmersa en actividades generadoras de capital social, al tiempo que encuentra que las personas son más dadas a participar en asuntos públicos cuando pertenecen a organizaciones, ayudan en obras de caridad y desarrollan actividades en común con sus vecinos. Construir capital social es esencial para promover altas cuotas de participación política. La participación cívica y comunitaria, por su parte, se distinguen por ser las dimensiones de mayor intensidad entre la gente, cuya base se soporta sustancial y principalmente en la confianza.
Las personas establecen lazos más fuertes con sus conocidos y vecinos, que cuando se trata de servidores públicos; de donde se desprenden la importancia de seguir fomentando el involucramiento ciudadano en actividades cívicas y comunitarias; y las autoridades, fomentar lazos de unión sociales, en lo que son vitales programas de gobierno encaminados a la recuperación de espacios públicos, erradicación de la violencia y la discriminación, así como reducir la distancia ciudadanía / instituciones.
Así las cosas, importante es lograr que la participación política se entienda como una forma eficiente de implementar, resolver problemáticas y asuntos tales como presupuesto participativo, acciones afirmativas, candidaturas independientes, consultas populares y étnicas, que pueden implementarse, Una innovación tecnológica que demarque la distancia gente / autoridades. Un voto útil y accesible, Una democracia para todos en ruta a robustecer el tejido social. Un voto libre e informado, pasa por practicar la deliberación y la acción colectiva en muchas facetas de la vida social; de ahí que acudir a las urnas no sea un evento aislado, sino una decisión que nace del involucramiento que tenemos en los entornos más próximos a todos nosotros.
Nos remite lo cual a cuestionarnos respecto de la existencia de aspirantes que creen que pueden, pero en verdad no es así, ya que, asomados en el escenario político, la realidad es que son muy, pero muy pocos los que podemos considerar como serios, formados, preparados, capacitados y conocedores de la cosa pública. Y a la par de encontrarse pauperizada la política y la avaricia y codicia a la orden del día, importa que ojalá, so pena de seguir haciendo el ridículo, se depuren al máximo los listados de aspirantes, lo que deberían hacerlo los partidos, pero la tozudez, oscuros intereses y ambición desmedida no lo permitirá con facilidad.
rubenceballos56@gmail.com *Jurista